En un profético y fuerte llamado, el presidente de la Comisión de la Verdad, el sacerdote Francisco de Roux, ha pedido –en un comunicado– “a todas las organizaciones armadas al margen de la ley que operan en el país a cesar de inmediato sus actividades de amenazas, secuestros, desaparición forzada, confinamientos, hostigamientos, desplazamiento forzado, asesinatos y cualquier otra forma de violencia contra la dignidad humana”.
El sacerdote ha mostrado su preocupación que “ante la emergencia humanitaria y sanitaria que vivimos por la pandemia del Coronavirus” en Colombia la cantidad de contagios asciende a más de 500 con 6 fallecidos, cifras que en las venideras semanas seguirán subiendo según los expertos.
“La historia los juzgará si no paran de inmediato su accionar violento, o les reconocerá la grandeza de ponerse del lado de la vida y la humanidad en este trance difícil del que sólo saldremos si lo enfrentamos juntos”, ha advertido.
“Mientras esta epidemia va teniendo consecuencias cada vez más devastadoras, en distintas regiones del país los líderes sociales siguen siendo asesinados”, denuncia el jesuita, mientras que “muchas comunidades se encuentran en medio de la confrontación armada, sometidas mediante la intimidación de las armas, al miedo y al terror”.
El panorama es complejo, porque de “mantener a las personas y a las comunidades bajo los rigores de la guerra en las actuales circunstancias” aumentarán “el dolor y la incertidumbre” en aquellas regiones y sectores más pobres y marginados, donde “el Estado y el conjunto de la sociedad hacen enormes esfuerzos por contener la epidemia”.
Ante “la gravedad de la situación que enfrentamos nos impone a todos anteponer la solidaridad humana y el cuidado de la vida y la salud por encima de cualquier consideración política, económica o milita”, ha dicho De Roux.
“Ustedes mismos muy posiblemente pueden ser víctimas de esta epidemia universal o convertirse en responsables de su expansión y de miles de muertos. Es cuestión de humanidad, de mínimos éticos universales, de solidaridad y de sobrevivencia individual y como especie”, expresa.
Foto: Fundación Paz y Reconciliación