Jaime Villarroel, obispo de la diócesis de Carúpano, en el estado de Sucre al oriente de Venezuela, denunció que colectivos chavistas atacaron el templo Santa Catalina la madrugada del domingo, 29 de marzo, con pintas amenazantes e insultos: “Los vamos a escoñetar (atacar) opositores malditos”. Así se lee en el muro lateral del templo, cuya firma es “furia bolivariana”.
Precisamente luego de la orden de captura emitida por el Departamento de Justicia de Estados Unidos contra Nicolás Maduro y varios de sus altos funcionarios, el propio líder chavista usó la frase “furia bolivariana” para conminar a sus adeptos a “estar atentos para defender la soberanía” frente a la fuerte acusación hecha en su contra.
A la fecha dos altos funcionarios del fallecido expresidente Hugo Chávez, se han puesto a la orden de las autoridades norteamericanas, ellos son el general retirado Clíver Alcalá y el ex director de inteligencia, Hugo Carvajal. No es la primera vez que estos ataques se dan en iglesias venezolanas, el año pasado con el mismo modus operandi los colectivos hicieron lo mismo en varias ciudades.
No al odio
Además de este templo, varias casas de los diputados de la legítima Asamblea Nacional, presidida por Juan Guaidó, aparecieron también vandalizadas con estos amenazantes grafitis. Ante esto, el obispo de Carúpano –única autoridad eclesial que se ha pronunciado hasta el momento– ha rechazado estas expresiones de odio contra el templo, cuyo fin “es ofrecer sus espacios para el culto y la oración por el pueblo venezolano”.
“Estos grafitis son expresión de vandalismo y personas que no aman ni quieren a este país. No al odio ni a crear pánico y miedo a las personas, sí a la paz y a la reconciliación, y a buscar salidas que lleven a superar la desgracia que vivimos”, ha expresado.
Foto: Diócesis de Carúpano