Johana Rivera Ramos, una joven religiosa con tan solo 33 años, es la primera baja que sufre la vida consagrada (y la más joven) en Colombia a causa del coronavirus. Jorge Enrique Jiménez Carvajal, arzobispo de Cartagena, en un mensaje de homenaje post mortem ha dicho que “hoy en día que sentimos tanta fragilidad en nuestras vidas y estamos asustados; el testimonio de la Hermana Johana, nos estimula. Ella siempre fue sí a todo lo que Dios nuestro Padre le pidió”.
“Entregó todo. Su fallecimiento es el culmen de lo que fue toda su vida. Como Jesús, murió en la cruz, en esa que nos da tanto temor a los que vivimos en estos tiempos difíciles, pero tiempos de gracia y salvación”, ha expresado.
Semblanza de la religiosa
Nació en San Martín de Loba, al sur del departamento de Bolívar, el 10 de enero de 1987, en el seno de una humilde familia. El arzobispo de Cartagena ha indicado que “su padre y su hermano fallecidos. Su mamá Ana y sus tres hermanas, le sobreviven” al tiempo que envía sus condolencias: “¡Ánimo! Su hija cumplió y ya el Señor la tiene coronada en el cielo. Los acompañamos con cariño”.
Ingresó a la comunidad de las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada en el año 2012. Hizo su primera profesión en la Parroquia de San Nicolás de la Roca, barrio El Socorro, el 20 de enero de 2015, precisamente este 25 de marzo tenía previsto hacer su Profesión Perpetua, pero “el Señor cambió la fecha y el lugar. Pudo hacer su Profesión Perpetua en un lugar increíble: el cielo”, añade el prelado.
“Era abogada graduada en la Universidad Popular del Cesar (Valledupar) y estudió Teología en nuestro Seminario Provincial San Carlos Borromeo, aquí en Cartagena. Tenía un vínculo muy grande con nuestra Arquidiócesis”, ha acotado.
“Dará muchos frutos”
Jiménez resaltó la labor pastoral de la religiosa en su jurisdicción: “Colaboró con la Pastoral Juvenil, coordinaba la Misión Permanente de la Parroquia de la Divina Providencia y trabajaba también, en la obra que su Congregación tiene en Arjona –1 hora de Cartagena–, allí les dejó el mejor recuerdo a todos esos niños que acuden al Centro Pastoral que las Hermanas dirigen en esa población”. Además de 2 años de misión en el Perú.
“Mucha gente la conocía, porque era simpática y misionera” y “estamos seguros, de que muchas personas, especialmente, muchas jóvenes, querrán ocupar el lugar que ella les deja y que la hizo feliz”, ha expresado el prelado.
El arzobispo asegura que el legado de la hermana Johana “dará muchos frutos, será muy fecunda” sobre todo en “en estos tiempos benditos que vivimos todos los que viajamos en la misma barca”.
Foto: Hermanas Franciscanas