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El Congreso de Laicos tendrá una ‘réplica’ cada tres años





Hace mes y medio, se celebraba en Madrid uno de los grandes hitos eclesiales del año: el Congreso de Laicos, del que salieron propuestas como instituir el Congreso de Laicos Permanente o los Congresos Diocesanos de Laicos. Sin embargo, este dinamismo e ilusión se han visto zarandeados por algo con lo que nadie contaba y que ha paralizado la vida de todo el país: la crisis del coronavirus.



¿Cómo se afronta este nuevo reto? El sacerdote Luis Manuel Romero, secretario de la Comisión Episcopal de Laicos, reconoce que “al principio, con el Estado de Alarma, fue un shock para todos, pero tuvimos claro que no podíamos parar y había que adaptarse a las circunstancias actuales para poder seguir trabajando. Así, las reuniones que teníamos previstas que fueran en persona, son ahora desde los medios telemáticos”.

Aportaciones de todos

También ayuda que, “tras el encuentro de Madrid, ahora toca una labor de documentación y de recopilar todo, por lo que podemos continuar sin ningún problema. Nuestra idea es partir de las conclusiones que salieron del congreso y elaborar con ellas una propuesta en firme, en forma de documento, que presentaremos en mayo o junio”, en un encuentro nacional de delegados y presidentes de movimientos y asociaciones. En caso “de que no podamos hacerlo físicamente, se las mandaremos por correo a los delegados para que ellos las trabajen y nos trasladen sus propias propuestas y, entre todos, contribuir al que será el documento final”.

De este modo, “la clave es mantener el mismo espíritu con el que llevamos trabajando año y medio. Es un camino, un proceso, y vamos todos juntos. Lo de Madrid ha sido un punto importante, pero no la meta; continuamos trabajando para que este dinamismo cale en las diócesis, que es al fin y al cabo de lo que se trata, siempre desde los ejes de la sinodalidad, la comunión y el discernimiento. Todos somos protagonistas y el futuro está abierto”.

Iglesia en salida

Isaac Martín Delgado, delegado de Apostolado Seglar de Toledo, pide tener muy presente el espíritu de Madrid: “Vivimos una auténtica experiencia de sinodalidad y de comunión que verdaderamente insufló en nosotros nuevas fuerzas para continuar el camino emprendido con el fin de potenciar la vocación y misión de los laicos y para seguir dando pasos hacia una Iglesia en salida”.

En esas primeras semanas dio aún tiempo a que se pudieran celebrar “encuentros en las diócesis, asociaciones y movimientos para tratar de concretar los contenidos de las ponencias y de los grupos de reflexión en las propias realidades eclesiales”. También a que “la Plenaria de la CEE valorara muy positivamente la preparación y el desarrollo del Congreso y aprobara por unanimidad las propuestas de acción para articular el postcongreso”. Lo esencial es que el proceso continúe y siga marcado por “la comunión y la sinodalidad”, como se testimonió en el congreso, donde “personas muy diferentes y con sensibilidades muy diversas” percibieron que “nos une el ser y sentirnos Iglesia”.

Con las víctimas

“A pesar del desconcierto inicial –prosigue este laico toledano–, la crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto que realmente nos sentimos llamados a protagonizar la misión evangelizadora de la Iglesia, y más aún en circunstancias como las actuales. Me está ayudando a confirmar todas las ideas planteadas durante el congreso el hecho de comprobar que, como Iglesia, no solo estamos tratando de cuidar nuestra fe ofreciendo medios para poder seguir participando en la eucaristía, rezando en comunidad o, incluso, formándonos. Junto a ello, estamos buscando nuevos modos de estar al lado de los más desfavorecidos y de quienes están sufriendo más duramente esta situación, acompañándoles y ofreciéndoles ánimo, cercanía y la ayuda material de la que precisan, en ocasiones, aun a riesgo de nuestra propia vida”.

En definitiva, y pese al coronavirus, “tenemos plan, aprobado por nuestros obispos: la celebración de un Congreso de Laicos cada tres años, preparado previamente desde las diócesis, asociaciones y movimientos. Y no nos falta la ilusión: a pesar de la gravedad de la situación, queremos seguir este camino abierto entre todos, porque hemos comprendido que en él está una de las claves para ser Iglesia en salida en el momento actual”.

No hay un parón

Carlos Escribano, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, fue elegido en la reciente Plenaria de la CEE presidente de la Comisión Episcopal de Laicos. Desde esta condición, apunta que el encuentro de Madrid fue “un momento de gracia para toda la Iglesia que peregrina en España”. Ahora, “la situación que estamos atravesando, que tanto nos está haciendo sufrir y por la que elevamos nuestra plegaria al Señor para pase que pronto, está, lógicamente, ralentizando la acogida y el desarrollo de las propuestas que allí se realizaron”.

Pero no se puede hablar de parón: “Se han suspendido muchos encuentros, previstos para acoger las conclusiones del congreso, pero las comisiones de trabajo están recogiendo las aportaciones más detalladas que hubo en los grupos, siguen su trabajo y se reúnen por videoconferencia”. Y lo que no desciende, con certeza, es la esperanza… “El trabajo es ilusionante y necesario. La reflexión para un nuevo documento sobre el papel de laicado en la Iglesia de hoy, la celebración de encuentros o congresos que nos permitan adentrarnos en las líneas de trabajo realizadas en estos meses, el dinamizar la labor junto a los laicos en nuestras diócesis… En definitiva, se trata de seguir desarrollando el proceso sinodal iniciado y realizar un discernimiento eclesial que nos permita, con la ayuda del Espíritu Santo, descubrir nuevos caminos de evangelización”.

Visibilizar la diversidad

Eduardo Martín Ruano, presidente de Juventud Estudiante Católica (JEC), destaca que una de las nociones clave del congreso fue “la necesidad de visibilizar la diversidad del laicado que existe en España”. Algo que también se percibió en el documento que se presentó en la Plenaria de la CEE, donde “había tres propuestas concretas para dar continuidad al congreso” y que se centraban en “la elaboración de un nuevo documento sobre los laicos (en 2021 se cumplirán los 30 años de Cristianos Laicos, Iglesia en el Mundo), la centralidad de los cuatro itinerarios en todas nuestras acciones pastorales y la fuerza de la sinodalidad y la confianza en el discernimiento como ejes transversales”.

En este sentido, una herramienta propuesta es “la celebración de un Congreso de Laicos promovido desde la CEE, con periodicidad concreta y en el que participen representantes de las diócesis, asociaciones y movimientos y en el que se presenten experiencias que se están llevando a cabo desde diferentes realidades eclesiales”. “Como representante joven de una asociación –añade Martín–, el impulso debe verse en el día a día de las diócesis, prestando especial atención a la diversidad y asegurando que la voz de los laicos no solo llegue, si no que trabaje con total horizontalidad junto a obispos y sacerdotes. La estructura de la Iglesia dificulta que la voz de los laicos esté en igualdad de condiciones que la del clero u obispos”.

Ganas de caminar juntos

Eva Fernández, presidenta de Acción Católica y miembro de la Comisión de Contenidos del Congreso de Madrid, reconoce que, “al leer las aportaciones, percibo muchas ganas de caminar juntos, de emprender nuevos caminos, de renovar nuestra Iglesia y, sobre todo, de dar respuesta a las necesidades, anhelos y esperanzas de nuestro mundo. Somos conscientes de las actitudes a cambiar y de muchos procesos y proyectos que podemos llevar a cabo”.

“Ahora –cierra–, nos corresponde recoger toda esa riqueza, para que cada uno pueda discernir cuáles son los más urgentes a emprender y para discernir juntos cuál es el camino que el Señor nos está pidiendo para transformarnos realmente en Pueblo de Dios en salida”.

Momento duro

Para el sacerdote Raúl Tinajero, secretario de la Subcomisión de Laicos de la CEE y uno de los principales impulsores del congreso madrileño, “entre las muchas propuestas que se vivieron de manera transversal en el congreso, una de ellas era que somos Pueblo de Dios y que, juntos, podremos afrontar los retos que este tiempo nos pide desde la fe, la Palabra y la realidad del momento. Pues, con la certeza de que se está trabajando, de que las propuestas y conclusiones se van a ir aplicando poco a poco y de que se van a seguir dando pasos, no dejemos de vivir con fuerza, amor y entrega el espíritu que se vivió durante los días del congreso y demos respuesta hoy, a este momento que estamos viviendo duro, desde nuestro ser Pueblo de Dios”.

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