La Policía Nacional irrumpía el pasado viernes, 3 de abril, en la parroquia de San Servando y San Germán, en el barrio gaditano de La Laguna a grito de “¡Suspendan inmediatamente esto! ¡Esto está prohibido!”. Y es que, tal como recoge el Diario de Cádiz, los agentes pusieron fin a la celebración eucarística diaria que estaba teniendo lugar, desalojando a una quincena de participantes, argumentando que el acto no estaba permitido por el Real Decreto aprobado ante la emergencia sanitaria por el Covid-19.
Sin embargo, testigos de los hechos han señalado, además del abuso de poder ejercido por los agentes, que la normativa permite el culto en las iglesias siempre y cuando estas cumplan con las medidas de seguridad necesarias. Algo que, para los asistentes, estaba garantizado.
De hecho, el Real Decreto establece en su artículo 11 que la asistencia “a los lugares de culto y a las ceremonias civiles y religiosas, incluidas las fúnebres, se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro”.
De hecho, la parroquia de San Servando y San Germán ha asegurado al Diario de Cádiz que en el interior del templo “se guardaban escrupulosamente todas las medidas de seguridad”, con los asistentes debidamente separados en el interior de la iglesia que, por sus dimensiones, permite hacerlo sin problema.
Además, la parroquia ha continuado celebrando la misa con estas medidas incluso después de decretarse el Estado de Alarma, extremando las medidas para los fieles que, como asegura la parroquia, son casi siempre lo mismos. A raíz de lo ocurrido, la parroquia celebrará las misas diarias y dominicales a puerta cerrada.
Sin embargo, fuentes de la Policía Nacional han asegurado a Europa Press de que los agentes acudieron alertados por vecinos de la zona, y pudieron comprobar que en el templo se estaba celebrando la misa con personas del principal grupo de riesgo por su avanzada edad, muchas de las cuales no disponían de elementos de protección como mascarillas o guantes.
Además, señalan que la parroquia tampoco disponía de otros útiles como soluciones desinfectantes para las manos. Debido a esto, la Policía consideró conveniente intervenir para que los presentes regresaran a sus domicilios, pero sin interponer ninguna denuncia.