“Si se compara con Francia o Italia, donde ha habido varios motines, la situación que se está viviendo en las prisiones españolas a causa del coronavirus es bastante sensata, donde los internos han acogido bien las medidas puestas en marcha, porque tampoco ellos, que pueden ver por televisión lo que está sucediendo en nuestras ciudades, quieren contagiarse”.
Así lo afirma Florencio Roselló, mercedario y responsable del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española, quien detalla además que, aunque desde el pasado 13 de marzo no tienen acceso a las prisiones, “capellanes y voluntarios no hemos parado de trabajar por los internos”.
De hecho, sus 2.000 voluntarios se han movilizado –y han movilizado a su vez, también a monasterios de vida contemplativa– para fabricar 20.000 mascarillas, que ya han entregado en una decena de prisiones, para que las usen tanto los funcionarios –que están siendo los más afectados y hay cárceles con la mitad del personal de baja– como los reclusos. Y es que hace una semana, Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Cádiz y Ceuta hacía un llamamiento para abastecer de mascarillas a la prisión de Botafuegos, en Algeciras.
“Hay más funcionarios que internos enfermos por coronavirus, pero es que los trabajadores salen y entran todos los días y pueden contagiarse fuera, por lo que se puede decir que en general, el virus no ha entrado en interior de las prisiones españolas”, destaca. “De hecho –añade Roselló–, los internos han aplaudido la labor de los funcionarios, porque todos están viviendo una situación novedosa, y en los centros, los equipos de trabajadores, con los directores a la cabeza, están informado a los internos de la situación y ofreciendo medidas, como turnos para el comedor”.
Una situación, indica Rosselló, que ha llevado a que los propios presos reduzcan sus salidas a los patios y pasen más tiempo en sus celdas, “pero no porque se les haya prohibido ir al patio, sino porque no quieren contagiarse, de tal manera que este doble confinamiento, como podríamos llamarlo, lo veo en clave positiva”.
“Es cierto que los internos lo pasan mal porque se han suspendido las visitas de las familias y los permisos como medida de prevención, pero se ha ampliado el número de llamadas que pueden realizar de 10 a 15, se les han repartido dispositivos para poder realizar videollamadas a sus familiares y se ha favorecido mucho el tema de los terceros grados para que puedan disfrutarlos en sus casas”, afirma el religioso.
Con todo, estos días se ha denunciado que de este sistema de videollamadas se ha excluido a los reos enfermos o que presentan síntomas de coronavirus con el fin de preservar la salud de los profesionales penitenciaros y los internos que no estén contagiados. Entre los internos enfermos que están en aislamiento sanitario, Pastoral Penitenciaria ha repartido también una decena de televisores para mitigar de alguna manera su soledad.
Pero junto con estas iniciativa, siguen a buen ritmo otras campañas ideadas para llevar un poco de compañía a los internos, como la de escribir cartas a los presos puestas en marcha en algunas diócesis, que están recibiendo misivas hasta de los Estados Unidos, Canadá y Venezuela para que les sean entregadas, aunque el problema con que se encuentran ahora es que el COVID-19 ha dejado algunos centros penitenciarios diezmado de funcionarios, de ahí que las cartas no se puedan repartir y se cuelguen en los tablones de anuncios, algo que lamentan algunos voluntarios.