La rectora de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), Mirian Cortés, ha iniciado una nueva experiencia de acompañamiento de la institución académica durante el confinamiento por el coronavirus, el ‘openCAMPUS Semana Santa 2020’. Una serie de encuentros virtuales que la propia rectora ha inaugurado con una ponencia titulada “¿Por qué la mujer no es más ni menos en la Iglesia?”.
La catedrática de Derecho Eclesiástico del Estado en la Facultad de Derecho Canónico ha sido la primera rectora de las universidades salmantinas y la primera decana de Derecho Canónico en España. Y su experiencia ha estado presente en la disertación. Para Cortés, a lo largo de la historia la consideración social de la mujer ha ido en consonancia en caminos paralelos en el reconocimiento de la mujer.
Igualdad real
Y es que la Iglesia es una sociedad, aunque ‘peculiar’, sin embargo “ambas presentan desequilibrios en la posición de la mujer respecto al varón”, apuntó. Sin embargo, en el origen esto no ha sido así”, ha apelado citando en este sentidos los textos bíblicos de la creación, la relación de Jesús con las mujeres o en las primeras comunidades cristianas. En estas últimas “todos los cristianos desempeñaban un papel activo” sin diferencia entre “seglares y clero, hombre so mujeres” por la dignidad bautismal. “Las mujeres desempeñaron papeles nada secundarios en los primeros siglos”, ratificó.
Avanzando en la historia, la rectora señaló cómo durante la caída del Imperio Romano fue cuando se produjo una pérdida de protagonismo por parte de los laicos y la Iglesia empezó un proceso de “clericalización”. La también canonista destacó que en el Derecho Canónico medieval se presenta una “posición pasiva de los laicos” y se potenció una “imagen de Dios Padre exclusivamente masculina” decretándose que la “mujer, creada a partir del varón, era un ser secundario”. También con Lutero se acentuó la diferencia entre laicos y clero. “Esta mentalidad se mantuvo hasta el siglo XX”, sentenció.
El genio femenino
La rectora ha recogida las palabras de los últimos papas, destacando la profundización de Juan Pablo II y su propuesta del “genio femenino” reclamando mayor espacio para la mujer en la vida social y en la Iglesia. Algo que mostró, señaló, en los gestos de “cariño” que empleaba ante las mujeres. Y en el plano canónico, esto se traduce en el Código de 1983 que defiende “la igualdad en la Iglesia derivada del Bautismo”. La presentación de la Iglesia como Pueblo de Dios resalta la comunión y la misión corresponsable de todos los fieles.
El papa Francisco y se estilo pastoral, destacó, ha supuesto un revulsivo en la defensa del papel de la mujer, “allanando el camino para una presencia mayor de la mujer”. Además, señaló la presencia en la curia o en los grandes acontecimientos eclesiales “donde se toman las decisiones”. “Una voluntad que no tiene vuelta atrás”, recalcó.
Desde su experiencia, ha señalado que “el equilibro cuesta” pero que hay voluntad para superar desigualdad. Un objetivo es “romper el techo de cristal” que tiene que comenzar la propia voluntad de las mujeres y las dificultades que se encuentran.