“Pedimos por quienes en este tiempo de pandemia comercian con los más necesitados, por aquellos que se aprovechan de la necesidad de los otros y los medios: los mafiosos, los usureros y otros tantos. Que el Señor toque sus corazones y los convierta”. Con estas palabras, el Papa comenzó la eucaristía del Miércoles Santo en la capilla de la residencia de Santa Marta.
“El Miércoles Santo también es llamado Miércoles de la traición: es el día en que se subraya en la Iglesia la traición de Judas, Judas vende al Maestro”, arrancó Francisco su homilía que quiso aterrizar el perfil del discípulo a la actualidad: “Pensemos en tantos Judas institucionalizados y pensemos en el pequeño Judas que tiene cada uno a la hora de elegir entre lealtad e interés”.
Con esta premisa, enfatizó: “Cada uno tiene la posibilidad de lanzarse por el amor al dinero, por el bienestar futuro. Judas: ¿dónde estás? La pregunta nos la hago a cada uno de nosotros: Pequeño Judas, ¿dónde estás?”.
Durante la homilía el Papa apuntó cómo “cada uno de nosotros tiene que elegir: servir a Dios -ser libre en la adoración y en el servicio- o servir al dinero. Al final falsean: dicen que sirven a Dios para servir al dinero. Hay mucha gente que quiere servir a Dios y al dinero y esto no se puede hacer. Son los explotadores escondidos y socialmente son impecables, pero debajo de la mesa comercian con la gente, no les importa”.
Vender al prójimo
“La explotación humana es vender al prójimo”, aseveró el Papa que lanzó una advertencia a los cristianos: “El amor al dinero le lleva a saltarse las reglas: a robar. Y de robar a traicionar, hay un paso pequeño. El que ama demasiado el dinero, traiciona para tener más. Es un hecho. Judas, tal vez un joven con buenas intenciones, termina como un traidor hasta el punto de vender a Jesús”.
“Cuando pensamos en el hecho de vender gente, nos viene a la mente el comercio con los esclavos en África para llevarlos a América o las chicas vendidas al DAESH, como algo antiguo o lejano. Sin embargo, hoy se vende gente a nuestro lado, todos los días”, expresó el Obispo de Roma, que fue más allá en su reflexión para apuntar este ‘comercio’ cotidiano: “Hoy el comercio humano es como en los primeros tiempos: Es una realidad”.
“Hay ‘Judas’ que venden, hermanos y hermanas que explotan a otros en el trabajo, no pagando lo justo, no reconociendo sus derechos”, denunció. Incluso, llegó a apuntar cómo algunos “venden lo más querido para estar más cómodo”: “El hombre es capaz de alejar a sus padres metiéndolos en una residencia para estar más tranquilo, los vende. De ahí el dicho: ‘Este es capaz de vender a su propia madre’. Ocurre”.
En la homilía, Francisco se adentró en cómo Cristo trata al discípulo: “Jesús no le llama traidor. Dice que será traicionado. Es más, le llama amigo y le besa. El misterio de Judas”. “La palabra ‘amigo’ que lanza Jesús nos lleva a pensar en otra cosa más real: el diablo entró en Judas y lo condujo. ¿Cómo terminó la historia? El diablo es un mal pagador, no es un pagador de confianza. Te lo hace ver todo y al final, te deja solo en tu desesperación hasta ahorcarte”, advirtió.
A partir de ahí, se adentró en la figura del apóstol errado, partiendo de la reflexión del estudioso italiano Primo Mazzelari: “No sabemos cómo fue la vida de Judas: un joven normal, incluso con inquietudes, porque el Señor le llamó a ser discípulo. Pero el no tenía ni boca ni corazón de discípulo, era débil, pero Jesús lo amaba. Podemos decir que era una persona digna, pero el Evangelio nos hace entender que le gustaba el dinero”.