Como toda la Iglesia, la Arquidiócesis de Mendoza debió adaptarse para vivir una Cuaresma distinta, en el marco de una cuarentena que obligó a cambiar el modo de llegada a los fieles y la preparación de las actividades pastorales. Ahora, también, se apresta a celebrar esta Semana Santa, de un modo distinto.
Para conocer estos cambios, dialogamos con el arzobispo, Marcelo Colombo, quien además, como vicepresidente 2º de la Comisión Ejecutiva, nos comentó los motivos de la suspensión de la próxima Asamblea Plenaria.
PREGUNTA.- ¿Cómo se vive en la Arquidiócesis de Mendoza esta situación de cuarentena?
RESPUESTA.- Como todo el país, la Iglesia asumió, además de sus responsabilidades primarias vinculadas a la animación de la vida espiritual de nuestro pueblo, la presentación de la causa de la salud, del cuidado de los demás. Hemos querido ponernos a disposición de las autoridades sanitarias en cuanto fuere necesaria nuestra ayuda. Así, aceptamos dos pedidos importantes: del Ministerio de Salud, para administrar la vacuna antigripal a adultos mayores y personas de grupos de riesgo en las dependencias de algunas parroquias de la Arquidiócesis, y también, de disponer de tales instalaciones para recibir las encomiendas de las familias de los privados de libertad para hacerles llegar a estos hermanos nuestros los paquetes que sus familias les envían y evitar así la difusión del virus en una población que de otro modo podría quedar muy expuesta al contagio. Pero también, desde el principio, hemos querido contribuir a descubrir la particular significación de este tiempo como una oportunidad para fortalecer la comunión entre los hombres y los pueblos y, sobre todo, para que sea un tiempo de seguir evangelizando desde nuestros ámbitos eclesiales.
P.- ¿Qué modificaron, para estar presente en este tiempo de tantas necesidades, desde el servicio y desde lo pastoral?
R.- ¡Se desplomaron las agendas! Me refiero a las celebraciones y encuentros organizados desde el 20 de marzo a la fecha… Hubo que reorganizarse a partir del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Pero estalló positivamente la creatividad de nuestros laicos, religiosos y sacerdotes. La pastoral de la calle tuvo que adaptarse. Ya no sería en las plazas la atención y distribución de alimentos a nuestros hermanos en situación de calle sino en los refugios estatales. La pastoral de migrantes hizo otro tanto con su refugio y sus distintas iniciativas de atención a las personas migrantes. Cáritas se ha mostrado con un espíritu de adaptación excepcional, se han sumado personas jóvenes para la organización de los paquetes y la distribución de los bolsones. Hay redes telefónicas armadas para atención virtual y conexión de personas que estén cerca para evitar circulación innecesaria de los agentes de Caritas.
P.- ¿Cómo van a trabajar espiritualmente y desde lo litúrgico esta Semana Santa?
R.- Como en todo el país, los sacerdotes han buscado asegurar espacios de preparación espiritual de nuestra gente. Además de la difusión virtual y televisiva de las misas y celebraciones, en las parroquias, desde el Equipo de Liturgia y Religiosidad Popular, se han armado celebraciones familiares de la Palabra, precisamente para animar la vivencia de la experiencia de las familias como Iglesias domésticas. En mi caso, se difunde por un canal de televisión abierta, la celebración de la Eucaristía que presido los días domingo. También me comunico con los fieles a través de distintas cartas pastorales y circulares, en algunos casos leídas por mí para que de distintos modos puedan enterarse de lo que vamos viviendo como Iglesia. La pastoral juvenil y algunos movimientos e instituciones eclesiales, también la pastoral misionera, la pastoral universitaria y la pastoral familiar, organizan cursos virtuales, espacios de encuentro a través de las nuevas plataformas digitales… en particular, en estos días varias parroquias se preparan a celebrar la Pascua joven de manera virtual con materiales especialmente preparados… Es una Iglesia viva. No hay cercanía física, pero los corazones laten fuerte y juntos. En algunas personas hay mucho dolor por la imposibilidad de confesarse y comulgar en ocasión de Pascua. Les hemos animado a descubrir el valor del arrepentimiento personal con la decisión de reconciliarse sacramentalmente apenas se pueda, y la significación de la comunión espiritual, verdadera comunión con el Señor.
P.- Como parte de la Comisión Ejecutiva, han decidido suspender la Asamblea Plenaria, prevista para el mes de mayo…
R.- Nuestra reunión plenaria hubiera tenido lugar en la fecha prevista por las autoridades sanitarias como el momento más delicado y peligroso de la expansión del virus. Estas previsiones, ojalá no se cumplan, indicaban que para esos días de mayo se daría el pico de infectados. Entre nuestros miembros hay varios obispos mayores de 65 años y algunos inclusive, están en las poblaciones de riesgo. Por otra parte, la organización de la plenaria hubiera demandado un trabajo imposible de verificar entre los distintos equipos que intervienen en el armado de la reunión. Ha sido una decisión dolorosa pero realista. Los temas previstos, algunos muy importantes, pero no urgentes, pasarán a la próxima plenaria, donde esperemos encontrarnos todos sanos y fortalecidos espiritualmente como pastores.