El coronavirus limita el Jueves Santo del papa Francisco: este 2020 no va a la cárcel

El coronavirus limita el Jueves Santo del papa Francisco: este 2020 no va a la cárcel

La celebración de este Jueves Santo en el Vaticano será doblemente insólita. Por una parte, las medidas frente al coronavirus obliga a que la presencia de fieles se reduzca al mínimo y se omita un rito tan significativo como el lavatorio de los pies. Por otro lado, el papa Francisco, desde su primera Semana Santa como Papa, ha celebrado la misa de la tarde del Jueves Santo en diferentes instituciones penitenciarias, como solía hacer durante su época como arzobispo de Buenos Aires en Argentina.



Por eso, este Jueves Santo de 2020, Vida Nueva repasa las celebraciones de Francisco en la cárcel. Las historias de los presos y quienes les acompañan pastoralmente estarán, en cambio este año, muy presentes en las reflexiones del Via Crucis del Viernes Santo que se ha trasladado del Coliseo al Vaticano.

2013: Prisión de menores Casal del Marmo

Apenas lleva unas semanas como Papa, cuando Francisco decidió celebrar el Jueves Santo con los jóvenes del Instituto Penal de Menores ‘Casal del Marmo’ de Roma, rompiendo la tradición de hacerlo en la catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán donde el Papa lavaba los pies a 12 sacerdotes ancianos.

A los menores detenidos, en su homilía, el Papa les pidió: “También nosotros, entre nosotros, no es que debamos lavarnos los pies todos los días los unos a los otros, pero entonces, ¿qué significa? Que debemos ayudarnos, los unos a los otros. A veces estoy enfadado con uno, o con una… pero… olvídalo, olvídalo, y si te pide un favor, hazlo. Ayudarse unos a otros: esto es lo que Jesús nos enseña y esto es lo que yo hago, y lo hago de corazón, porque es mi deber”.

2014: Centro Santa María de la Providencia de Roma

En su viaje a las periferias, Francisco decidió pasar el Jueves Santo de 2014 en un centro para personas con discapacidad llamado Santa María de la Providencia en Roma –precisamente en el barrio de Casal de Marmo–, perteneciente a una conocida fundación italiana vinculada al sacerdote Carlo Gnocchi.

Aunque las palabras espontáneas del Pontífice no trascendieron, la capilla del centro se llenó y Bergoglio lavó los pies a algunos de los residentes –hombres y mujeres– de las institución, la mayoría en silla de ruedas.

2015: Cárcel de Rebibbia

Dos mujeres nigerianas, una congoleña, dos italianas, una ecuatoriana y al hijo de 3 años de una de ellas; un brasileño, otro nigeriano y cuatro italianos participaron en el lavatorio de los pies en la celebración que se desarrolló en la iglesia del Padrenuestro en la cárcel más grande de Roma, la de Rebibbia.

“Jesús nos amó, Jesús nos ama sin límites, siempre, hasta el final. El amor de Jesús por nosotros no tienen límites. Siempre es más, siempre es más. No se cansa de amar, a ninguno”, señaló en la homilía. “Su amor es así, personal. El amor de Jesús no defrauda jamás, porque no se cansa de amar, como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos”, destacó.

2016: Centro de Acogida de refugiados de Castelnuovo di Porto

Los refugiados estuvieron puestos en el Centro en el Jueves Santo. Francisco presidió la celebración de la tarde en el Centro de Acogida para los Solicitantes de Asilo a las afueras de Roma. El Papa se arrodilló para lavar y besar los pies a 12 refugiados –hombres y mujeres; musulmanes, ortodoxos, hindúes y católicos– en Castelnuovo di Porto.

“Cada uno de nosotros tiene una historia encima. Tantas cruces y tantos dolores, pero tenemos también un corazón abierto que quiere la hermandad. Que cada uno, en su lengua religiosa, rece al Señor para que esta fraternidad se contagie”, reclamó Francisco.

2017: Cárcel de Paliano

La cárcel de máxima seguridad de Paliano, a las afueras de Roma, es muy conocida porque alberga en total unos 50 detenidos que por pertenecer a la mafia que cumplen largas condenas, aunque han sido reducidas por colaborar con la justicia. Además funciona como lugar de tratamiento especial a varios enfermos de tuberculosis.

En la homilía, el pontífice sugirió que “para sembrar amor entre nosotros, no digo que nos estemos lavando los pies unos a otros, sería una broma. Pero el símbolo, la figura, sí: os digo que si podéis prestaros ayuda, hacer un servicio aquí, en la cárcel, al compañero o a la compañera, hacedlo. Porque esto es amor, esto es como lavar los pies. Es ser siervo de los otros”.

2018: Cárcel romana de ‘Regina Coeli’

Francisco presidió la misa de la Cena del Señor a 10 minutos a pie del Vaticano, en ‘Regina Coeli’, histórica cárcel romana donde fue recibido por más de 600 personas entre reclusos y funcionarios de prisiones. 12 presos de diversa nacionalidad y religión tuvieron ante ellos a Bergoglio arrodillado para lavarles, secarles y besarles los pies.

Esta cárcel ya fue visitada por Juan XXIII en la Navidad de 1958, por Pablo VI en 1964 y por Juan Pablo II dentro de los actos del jubileo del año 2000. En la gran cúpula central de las galerías, Francisco reclamó: “Toda pena debe estar abierta al horizonte de la esperanza, por eso no es ni humana ni cristiana la pena de muerte, porque no conduce a la esperanza o la reinserción”.

2019: Cárcel de Velletri

Francisco celebró la Cena del Señor en el salón de actos de la cárcel Velletri, al sur de Roma. El Papa compartió la misa y el rito del lavatorio de los pies con 12 de los 575 detenidos que cumplen condena en dicha institución para reclusos con juicio pendiente o condenas menores, la mayoría de ellos inmigrantes.

“Un corazón de niño, sencillo, humilde, pero servidor”, recordó el pontífice en su homilía espontánea pidiendo desterrar las ambiciones de poder los apóstoles. “Nosotros también debemos ser servidores. Es verdad que hay problemas en la vida: discutimos entre nosotros… pero esto debe ser algo que pasa, algo temporal, porque en nuestros corazonesdebe haber siempre este amor de servir al otro, de estar al servicio del otro”.

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