La Policía Nacional desalojó ayer a los veinte fieles que celebraban el Viernes Santo en la catedral de Granada, durante los oficios litúrgicos en los que participaba el arzobispo Francisco Javier Martínez. La celebración arrancó a las cinco de la tarde y se retransmitió a través del canal diocesano Virgen de las Angustias TV. Fue entonces cuando una dotación Unidad Adscrita de la Policía Nacional a la Junta de Andalucía dio la voz de alarma y los agentes se han dirigieron al templo. Al aviso de los agentes, se sumó la alerta de otros vecinos de la localidad.
Con estos oficios públicos, el arzobispo de Granada se mantenía al margen de la decisión adoptada por los millones de católicos españoles que están siguiendo el Triduo desde sus casas como forma de ayudar a frenar el contagio. Además, se desmarcaba de la postura adoptada por la práctica totalidad de las diócesis españoles -con excepciones como Alcalá de Henares- que están celebrando el Triduo Pascual a puerta cerrada debido a que hoy por hoy España es uno de los países del mundo que lamentablemente cuenta con el mayor número de contagiados y fallecidos. Según indica la Policía Nacional, los asistentes desalojaron la catedral “de forma pacífica y sin altercados” sin sanción alguna.
Amenaza de sanción
Al adentrarse en la catedral a mitad del acto, los agentes informaron de que no se podía celebrar el acto debido al estado de alarma en el que se encuentra el país con motivo de la pandemia del coronavirus. Cuando el arzobispo fue informado, interrumpió los oficios y se dirigió a los presentes: “La Policía nos dice que tendríamos que desalojar la Iglesia porque si no sancionarían a los presentes uno por uno. Voy a pedir que nos acerquen la comunión. Os acercáis, comulgáis saliendo uno por uno. Ya está”.
Martínez echó mano del Real Decreto de declaración de estado de alarma, y la posterior normativa excepcional, por la cual ni se ha suspendido la apertura de los templos religiosos, ni la celebración del culto, ni la asistencia al mismo.
“Lo siento, nosotros hemos hecho con la mejor intención apoyándonos en el decreto anterior cuyo artículo 11 decía que las iglesias según su tamaño podrían estar ciertos grupos de personas siempre que se guardasen las reglas. Nos dicen que han llamado a sus superiores, que han dicho que no. Obedecemos la ley”, argumentó. A partir de ahí, dio la comunión a los presentes haciendo uso de una mascarilla.