Las medidas de prevención sanitaria por el coronavirus hicieron que Francisco presidiera una celebración especial de la Vigilia Pascual en la Noche Santa. Características extraordinarias que se mantuvieron en la celebración del Domingo de Pascua que, al simplificar sus elementos, retrasó su hora de inicia hasta las 11 de la mañana. El lugar elegido para la liturgia, como el resto de la semana fue el altar de la Cátedra de San Pedro, en la parte posterior del altar de la Confesión. Como referencia artística especial, una vez más, el Cristo de san Marcelo ante el que Roma pidió el fin de la peste en el XVI y el icono bizantino de la Virgen María de la Salud, ‘Salus Populi Romano’.
Además, el papa Francisco ha mantenido este año la práctica habitual de no realizar la homilía en la misa, el discurso principal de la jornada queda para la bendición ‘Urbi et Orbi’, la más solemne de los pontífices. Además están aún presentes las palabras de la Vigilia Pascual, la noche anterior, y su reflexión interpeladora reivindicando el “derecho a la esperanza” a pesar de las “oscuridades” del momento presente por la pandemia. Francisco también optó por un silencio contemplativo al concluir las meditaciones del ‘Via crucis’ que en esta ocasión se celebró en la plaza de San Pedro.
Una Pascua discreta en lo litúrgico
Entre las peculiares litúrgicas a las que ha olvidado la pandemia, además de la reducción de personas, la simplificación de los cantos o la llamada ‘distancia social’; está la omisión del rito del ‘Resurrexit’. Este elemento tradicional de la liturgia papal se recuperó en tiempos de Juan Pablo II durante el Jubileo del año 2000. Durante el canto, al comienzo de la celebración, los diáconos abrían las portezuelas de un icono bizantino de la Resurrección –el llamado icono Acheropita, es decir, no pintado por mano humana, que se encuentra en la basílica de San Juan de Letrán–.
Se ha mantenido, en cambio, el canto de la secuencia pascual. Esta es un himno que se desarrolla en todas las iglesias antes del canto del Aleluya y la lectura del evangelio del día que ha sido proclamado en latín y en griego, aunque la Pascua ortodoxa es el próximo 19 de abril. En el credo el verso “resucitó al tercer día” ha tenido una incidencia especial y en la última de las peticiones, en italiano –la celebración ha recuperado fundamentalmente el latín, frente a la Vigilia Pascual–, se rogó para “que la victoria pascual sobre el mal y la muerte consuele a los enfermos, a los moribundos y a los que los asisten: sostenidos por la cercanía de sus hermanos y hermanas y se encomienden a Jesús, resucitado y vivo”.
La Pascua en el Vaticano ha sido, en las últimas décadas, una ‘Pascua florida’ gracias a los floristas holandeses que creaban un gran jardín en el atrio de la basílica de San Pedro. La mañana de Pascua, de hecho, germinaban muchas de las flores traídas desde los Países Bajos.