En su edición de este sábado, el tradicional diario chileno El Mercurio incluye la primera entrevista al nuncio apostólico en Chile, Alberto Ortega, quien ocupa ese cargo desde diciembre pasado.
Ortega nació en 1962, en España, y fue ordenado sacerdote en abril de 1990. Está incardinado a la arquidiócesis de Madrid y es doctor en Derecho Canónico. Ingresó al servicio diplomático en 1997 donde ha prestado servicio en las nunciaturas apostólicas de Nicaragua, Sudáfrica, El Líbano, y en la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. En agosto de 2015, el Papa Francisco lo nombró arzobispo titular de Midila y nuncio apostólico en Jordania e Irak. Fue ordenado obispo el 10 de octubre de ese mismo año.
El 7 de octubre de 2019 el Santo Padre lo asigna nuncio apostólico en Chile, cargo que asume el 14 de diciembre pasado.
En la entrevista dada a conocer hoy, Ortega cuenta que se mantiene en contacto con sus 4 hermanos, en España en estos días de Covid-19, para saber de ellos y especialmente de su madre de 92 años: “Muchos amigos han perdido seres queridos y la situación, por desgracia, ha sido triste y dolorosa”, dice. “Estoy sufriendo mucho por lo que está sucediendo en España, confiesa, donde quizás al principio no se era tan consciente de la gravedad y cuando nos hemos querido dar cuenta, ahora están desbordados, y espero que no suceda aquí”, dice el Nuncio al diario El Mercurio.
Agrega que la Nunciatura en Santiago ha debido tomar medidas de cuidado y muchas actividades han sido suspendidas y aplazadas, por ejemplo la consagración episcopal del obispo de Chillán, Sergio Pérez-Cotapos, actual Administrador Apostólico en esa diócesis. También tenía programadas reuniones con los cleros de otras diócesis.
Llegó a Chile cuando aún hacían noticia los juicios civiles y eclesiásticos a sacerdotes acusados por abusos sexuales, de poder y de conciencia, en muchas diócesis; llegó también durante las más multitudinarias manifestaciones sociales ocurridas en todo el país; y ahora afronta la crisis provocada por el Covid-19.
Consultado sobre el llamado a la gente a quedarse en sus hogares, que no ha sido respetado por todos, Ortega piensa que es una medida por el bien de todos. “Las autoridades, y la Iglesia se asocia también a esta invitación a cuidarse, lo hacen por el bien de todos, asegura. Gracias a Dios muchas personas han acogido estos llamados, y si hay alguien que no los aplica o no los acoge es porque no son conscientes de la gravedad de la situación. Yo invitaría a todos a tomar esto muy en serio”. Agrega: “Si alguien no lo acoge es también porque antepone su interés personal al de todos y eso no es justo. Esta situación nos invita a todos a ser solidarios… Por eso, me parece que acatar la llamada de las autoridades no solo es un acto cívico, sino que también es un acto de solidaridad con todos nuestros conciudadanos“.
Frente a la epidemia en Chile, el nuncio asegura que “la Iglesia está respondiendo bastante bien a esta situación. Ha puesto a disposición de las autoridades diversas instituciones, casas de ejercicios, casas religiosas y está transmitiendo ese mensaje a todos de cuidarse para poder cuidar a los demás”. Además, explica el rol que estima debe tener la Iglesia en este tiempo: “Acompañar a los hombres con una buena noticia. Y esa buena noticia es el amor de Dios, que hemos conocido gracias a Jesús, que nos acompaña con ternura, también en los momentos de dificultad. (…) Como Iglesia todos los cristianos estamos llamados a estar especialmente atentos a las necesidades de todos a nivel sanitario, económico y sobre todo espiritual. Como Iglesia podemos y debemos tener un rol muy importante en esta situación tan difícil, y sobre todo para ir iluminando las circunstancias que nos toca vivir a la luz de la fe, dando un sentido a esta situación tan difícil y con mucha confianza en las manos de Dios”.
La autoridad sanitaria ha indicado no realizar actividades religiosas con asistencia de fieles e incluso fue clausurada la Catedral de Los Ángeles donde su obispo celebraba Misa con participación de algunas personas. Los obispados y parroquias han implementado formas virtuales de comunicación con sus fieles, sea vía televisión, internet o streaming.
Respecto a estas formas de celebraciones litúrgicas, Alberto Ortega expresó: “Es muy doloroso para los fieles no poder participar en la misa, pero es por un bien mayor para todos. Y hay alternativa: seguir estas celebraciones a través de la televisión, de internet, y yo creo que esta situación nos hace caer en la cuenta de que muchas veces dábamos por descontadas cosas que son una gracia y un don muy grande (…) Pero ese don lo seguimos recibiendo los fieles de otra manera Son celebraciones que van a ser muy fructíferas y los fieles están respondiendo muy bien. Me han dicho los obispos -porque yo no conozco bien la técnica- que se logra saber cuánta gente está siguiendo las celebraciones, y la está siguiendo mucha gente. E incluso yo creo que hay gente que no iba mucho a misa y ahora, sin embargo, está siguiendo las celebraciones”.
El representante del Papa envía un mensaje de Semana Santa en este contexto: “Es un momento de trabajar juntos, de mirar esta situación con esperanza. Todos estamos unidos en la misma barca, somos frágiles y necesitamos la ayuda y colaboración de todos (…) Dios no nos deja solos, nos acompaña. Esta Semana Santa la celebramos con más intensidad que nunca, ya que celebramos que Jesús ha vencido el mal, el pecado, la muerte y por eso esta circunstancia tan dolorosa no tiene la última palabra sobre nuestra vida, sino que la última palabra es la victoria del amor, y de Dios que nos ama y que nos ha creado para que participemos de su vida y de su amor”.
El Nuncio fue consultado también si la pandemia ha afectado la labor de acercamiento pastoral para recuperar la confianza de los fieles ante la crisis de los abusos sexuales. Alberto Ortega manifestó: “Yo creo que aquí ha habido desafíos muy grandes para la Iglesia. Fue muy golpeada por la crisis de los abusos, que ha sido muy dolorosa, y cuando se habla de esta crisis de los abusos lo primero es manifestar mi cercanía a las víctimas y a la gente que ha sufrido por las culpas y los delitos de algunos miembros del clero. Es una ocasión que ha hecho que la Iglesia tenga que purificarse. Es una llamada a la conversión para todos y un camino que hay que seguir haciendo. Y eso pues condiciona también la misión ahora de la Iglesia y de la Nunciatura”.
Añade: “la Iglesia tiene que seguir empeñándose en la prevención de abusos de todo tipo, aprendiendo de la experiencia. Se ha hecho un trabajo que yo creo importante, que hay que seguir haciéndolo, también de atención a las víctimas. Y la Iglesia siempre tiene una preferencia: debe tener una preferencia por los pobres. Y en ese sentido la misma crisis (sanitaria) que estamos viviendo, pues por desgracia va a tener consecuencias económicas graves, y ya las está teniendo, es un desafío muy grande para todos”.
Frente a las limitaciones actuales dice: “ahora que el acercamiento pastoral directo no es posible, hay que estar cercano de otras maneras. El Papa hablaba de la creatividad de la caridad. Es el momento de ser creativos para estar cerca de las personas, para responder a sus necesidades y a las que surgirán”.
“Yo creo que es importante abrir las puertas, estar cercano. Luego, también respetar las competencias de cada uno. (…) Por parte de todos es muy importante la acogida, la escucha y eso es fundamental más allá de los eventuales procesos”.
Respecto al rol que la Iglesia puede jugar en estas circunstancias, el Nuncio también expresa que “como Iglesia podemos y debemos tener un rol muy importante en esta situación tan difícil, sobre todo para ir iluminando las circunstancias que nos toca vivir a la luz de la fe, dando un sentido a esta situación y con mucha confianza en las manos de Dios”.