“El día en que celebramos la confianza en la vida que triunfa, me siento honrado y feliz de responder ‘sí’ a la invitación de la ciudad y de la Archidiócesis de Milán”. Con estas palabras del tenor italiano Andrea Bocelli, comenzaba la retransmisión durante la tarde de ayer, Domingo de Resurrección, del recital ‘Music for Hope’.
El concierto fue organizado como iniciativa del Ayuntamiento y la Diócesis de la ciudad con el objetivo de unir, a través de la música, a todos a quienes el Covid-19 ha obligado a permanecer separados durante semanas, y como símbolo de renacimiento y esperanza en el Domingo de Pascua. Por ello, fue interpretado a puerta cerrada por Bocelli, únicamente acompañado por el organista del Duomo, Emanuele Vianelli.
Con ellos, la vacía catedral volvía a llenarse con música, pero también con los 21 millones de personas que se unieron a la retransmisión vía YouTube del concierto. “Creo en la fuerza de rezar juntos”, continuaba Bocelli, segundos antes de comenzar a cantar. “Creo en la Pascua cristiana, un símbolo universal de renacimiento que todos, seamos creyentes o no, realmente necesitamos en este momento”, decía, mientras las imágenes mostraban las desiertas calles de Milán.
Música para resucitar
“Gracias a la música, transmitida en vivo, reuniendo a millones de manos en todo el mundo, abrazaremos el corazón palpitante de este mundo herido”, subrayaba. Ya desde el interior, Bocelli comenzaba el recital con ‘Panis Angelicus’, seguido del ‘Ave Maria’ de Johann Sebastian Bach; el ‘Sancta Maria’ de la ópera ‘Cavallería Rusticana’; y el ‘Domine Deus’ de Rossini.
Pero, tal vez, el momento cumbre de la interpretación fue justo al final, cuando Bocelli salió de la catedral, a una plaza del Duomo, normalmente llena de vida, completamente vacía. Allí, el cantante entonó ‘Amazing Grace’, de John Newton, una obra que habla sobre la fe reencontrada y vivida como el renacimiento a una vida nueva.
En ese momento, y sin ningún apoyo musical, la voz de Bocelli resonaba contra el silencio de la plaza, pero ya no se mostraba solo Milán: los sitios más emblemáticos de París, Londres y Nueva York, aparecían en imágenes igualmente vacíos y en silencio. Esperando, sin embargo, a que llegue el momento de renacer.