La expansión de la pandemia del coronavirus no conoce fronteras. Cuando el COVID-19 ya ha logrado confinar en sus casas a la mitad de la humanidad, crece la preocupación por su avance en los llamados territorios de misión. Por eso, el Papa Francisco ha abierto un Fondo de Emergencia a través de Obras Misionales Pontificias para sostener el trabajo que los misioneros realizan en primera línea de esta crisis mundial. OMP España toma el testigo a través de la campaña de donaciones #AhoraMásQueNunca que está movilizando todo el equipo coordinado por José María Calderón.
PREGUNTA.- Parece que la temida ‘curva’ de contagio se aplana en España y nos hace mirar con cierta esperanza. Sin embargo, parece que lo complicado llega como siempre al Sur, a los países menos desarrollados y por tanto con mucho menos medios que nosotros. Si las cifras de fallecidos son tan preocupantes en España, ¿se teme una hecatombe, por ejemplo, en África?
RESPUESTA.- La verdad es que no me atrevo, ni siquiera a imaginármelo… Por ejemplo, la malaria es la enfermedad más mortífera en África, cuando en Europa hay de sobra medios para vivirla con cierta normalidad. ¿Qué va a ser capaz de hacer en África esta pandemia que está siendo tan dura para Europa? Por ahora, al menos en apariencia, está entrando, pero de forma muy ‘controlada’. Pero si el Coronavirus empieza a contagiarse entre los nativos… el contagio puede ser masivo, y no es sólo la escasez de medios sanitarios, son también de higiene, de capacidad de confinamiento… ¡puede haber mucho dolor!
P.- ¿Qué podemos hacer desde aquí? ¿Cómo se puede canalizar la ayuda a través de Obras Misionales Pontificias?
R.- Bueno, lo primero es rezar… sí, la oración es muy importante y creo que todos estamos teniendo experiencia de ello en nuestra vivencia de esta pandemia en España. Luego, evidentemente, podemos hacer una ayuda económica, que irá, íntegramente a los países de misión, para ayudarles a poder mantenerse en pie. Para ello hemos abierto cuentas corrientes para esta emergencia, para quienes quieren ayudarles. La información está en nuestra página web.
P.- ¿De qué región o país le están llegando las alarmas más preocupantes?
R.- Los datos van variando mucho, ahora el país de África con más enfermos es Sudáfrica y Argelia, pero países como Brasil, en la zona de la Amazonía, o Filipinas… son países también muy tocados. Pero son muchos países desde donde estamos recibiendo mensajes de nuestros misioneros manifestando una verdadera preocupación, y con una sensación grande de impotencia; Chad, Togo, Costa de Marfil…
P.- ¿Qué ecos le llegan de los misioneros españoles? ¿Se están protegiendo de alguna manera, si es que es posible?
R.- La suerte que están teniendo es que han aprendido sobre esta pandemia en experiencia ajena: los estados, y también nuestros misioneros, han visto lo que ocurre en Europa y han empezado a tomar medidas desde el principio… en muchos de estos países les han confinado ya en sus casas, se les han dado las advertencias y consejos que nosotros estamos continuamente oyendo aquí, en España. En muchos casos, la labor de los misioneros está siendo hacer consciente a su gente de la gravedad de esta pandemia y la necesidad de ser rigurosos con las normas. Simplemente con ese esfuerzo ya están haciendo mucho, porque en los sitios donde ellos trabajan no son capaces de valorar la importancia de esta enfermedad. Ya en muchos sitios las Iglesias están cerradas, los colegios, los mercados… y eso es, en aquellos países donde la economía es de subsistencia, de una gravedad enorme, y los misioneros van a tener que estar ahí para ayudar a sobrevivir.
P.- Como suele ser habitual cada vez que se avecina una guerra o una catástrofe, intuyo que ningún misionero ha cogido las maletas para volverse a casa…
R.- ¡Evidentemente! Puedo deciros que desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, se me ha hecho esta misma pregunta. Hay que agradecer que estén atentos a nuestros misioneros, pero, en efecto, ellos están ahí, ni se plantean la vuelta, están con su gente, están compartiendo su vida y su sufrimiento.
P.- Aunque el coronavirus nos ha hecho cercanos por primera vez los términos “epidemia” y “pandemia”, lamentablemente para los misioneros forma parte de su diccionario vital.
R.- Hay dos cosas, aunque sea dos, que me hacen tener un poco de paz: primero que los países de los que hablamos son jóvenes. La población es muy joven. En muchos casos la edad media es de 30 años o incluso menos… y por lo tanto, quizás tengan fuerza para resistir esta pelea; y, por otro lado, como bien dices, están acostumbrados a enfrentarse con situaciones de verdadera gravedad, por lo que tienen un poco más de experiencia, también de ‘callo’ para aguantar estas situaciones límite, pero esto también es una tragedia: son países que están muy probados y que llevan una gran cruz.
P.- El papa Francisco está denunciando por activa y por pasiva que no se puede dejar atrás a nadie en esta crisis. ¿Teme que cuando aquí las cosas vayan bien nos olvidemos de los países en vías de desarrollo?
R.- En absoluto. Creo que los españoles, hemos mostrado siempre una gran solidaridad en momentos de dolor, y de nuestra pobreza, en estos casos, sabemos dar nosotros también. Y los cristianos, gracias a Dios, damos un gran valor a los misioneros, y estoy convencido de que vamos a dar un gran testimonio de fe y de amor con nuestra preocupación, solidaridad y nuestra convicción de que formamos parte de una gran familia universal, católica, que es la familia de los hijos de Dios.