El coronavirus ha provocado que la Semana Santa de 2020 sea inolvidable en todo el mundo. Las imágenes que las principales celebraciones cristianas en el Vaticano dan fe de lo histórico de lo vivido durante el confinamiento. Unas celebraciones que se han reducido a lo esencia, suprimiendo gestos como la procesión del Domingo de Ramos, el lavatorio de los pies del Jueves Santo o algunos de los ritos de la iniciación cristiana durante la Vigilia Pascual.
En esta ocasión, Jorge Mario Bergoglio ha presidido todas las celebraciones en el entorno de la basílica de San Pedro, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. En total, ha pronunciado 7 homilías, alocuciones u oraciones –ha grabado un vídeo inédito previo a la Semana Santa y ha mantenido la audiencia general del miércoles– que resumimos en las 20 mejores frases de Francisco.
1. “Celebramos la Semana Santa de una manera verdaderamente inusual, que manifiesta y resume el mensaje del Evangelio, el del amor ilimitado de Dios. Y en el silencio de nuestras ciudades, resonará el Evangelio de Pascua. Dice el apóstol Pablo: ‘Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos’ (2 Cor 5,15). En Jesús resucitado, la vida ha vencido a la muerte. Esta fe pascual alimenta nuestra esperanza”.
2. “Los unos al lado de los otros, en el amor y la paciencia, podemos preparar en estos días un tiempo mejor. Tened un gesto de ternura con los que sufren, con los niños, con los ancianos. Decidles que el Papa está cerca y reza para que el Señor nos libre pronto del mal a todos”.
3. “Su amor lo llevó a sacrificarse por nosotros, a cargar sobre sí todo nuestro mal. Esto nos deja con la boca abierta: Dios nos salvó dejando que nuestro mal se ensañase con Él. Sin defenderse, sólo con la humildad, la paciencia y la obediencia del siervo, simplemente con la fuerza del amor. Y el Padre sostuvo el servicio de Jesús, no destruyó el mal que se abatía sobre Él, sino que lo sostuvo en su sufrimiento, para que sólo el bien venciera nuestro mal, para que fuese superado completamente por el amor. Hasta el final”.
4. “Si somos sinceros con nosotros mismos, nos daremos cuenta de nuestra infidelidad. Cuánta falsedad, hipocresía y doblez. Cuántas buenas intenciones traicionadas. Cuántas promesas no mantenidas. Cuántos propósitos desvanecidos. El Señor conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos, sabe que somos muy débiles e inconstantes, que caemos muchas veces, que nos cuesta levantarnos de nuevo y que nos resulta muy difícil curar ciertas heridas”.
5. “He aquí hasta dónde Jesús fue capaz de servirnos: descendiendo hasta el abismo de nuestros sufrimientos más atroces, hasta la traición y el abandono. Hoy, en el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan, frente a tantas expectativas traicionadas, con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón, Jesús nos dice a cada uno: Ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios, que te sostiene”.
6. “El drama que estamos atravesando en este tiempo nos obliga a tomar en serio lo que cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve. Porque la vida se mide desde el amor. De este modo, en casa, en estos días santos pongámonos ante el Crucificado —mirad, mirad al Crucificado—, que es la medida del amor que Dios nos tiene. Y, ante Dios que nos sirve hasta dar la vida, pidamos, mirando al Crucificado, la gracia de vivir para servir”.
7. “No olvidemos, hermanos y hermanas, que la cruz es la cátedra de Dios. Nos hará bien mirar al Crucificado en silencio y ver quién es nuestro Señor: El que no señala a nadie con el dedo, ni siquiera contra los que le están crucificando, sino que abre los brazos a todos; el que no nos aplasta con su gloria, sino que se deja desnudar por nosotros; el que no nos ama por decir, sino que nos da la vida en silencio; el que no nos obliga, sino que nos libera; el que no nos trata como a extraños, sino que toma sobre sí nuestro mal, toma sobre sí nuestros pecados”.
8. “La Pascua nos dice que Dios puede convertir todo en bien. Que con Él podemos confiar verdaderamente en que todo saldrá bien. Y esta no es una ilusión, porque la muerte y resurrección de Jesús no son una ilusión: ¡fue una verdad! Por eso en la mañana de Pascua se nos dice: “¡No tengáis miedo!”. Y las angustiosas preguntas sobre el mal no se esfuman de repente, pero encuentran en el Resucitado la base sólida que nos permite no naufragar”.
9. “El Señor quiere permanecer con nosotros en la eucaristía, nosotros nos convertimos siempre en sagrarios del Señor ya que lo llevamos siempre con nosotros hasta el punto que él mismo nos dice que si no comemos su cuerpo y bebemos su sangre no entraremos en el reino de los cielos. Este es el misterio este del pan y del vino, que el Señor está con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros”.
10. “No puedo dejar pasar esta misa sin recordar a los sacerdotes que ofrecen la vida por el Señor, que son los servidores. En Italia ya han muerto más de 60 atendiendo a los enfermos los hospitales. Con los médicos y las enfermeras son los santos de la puerta del lado, que sirviendo han entregado la vida”.
11. “El perdón es la medida con la que nosotros seremos medidos, como has perdonado serás perdonado. No tengáis miedo de perdonar y cuando os entran las dudas, mirad a Cristo, sed valientes arriesgándonos a perdonar, a consolar. Si no podéis dar el perdón sacramental en un momento dado, ofreced el consuelo de un hermano que acompaña y deja la puerta abierta para que vuelva”.
12. “Jesús, como semilla en la tierra, estaba por hacer germinar en el mundo una vida nueva; y las mujeres, con la oración y el amor, ayudaban a que floreciera la esperanza. Cuántas personas, en los días tristes que vivimos, han hecho y hacen como aquellas mujeres: esparcen semillas de esperanza”.
13. “En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia, con una sonrisa pasajera. No. Es un don del Cielo, que no podíamos alcanzar por nosotros mismos”
14. “El sepulcro es el lugar donde quien entra no sale. Pero Jesús salió por nosotros, resucitó por nosotros, para llevar vida donde había muerte, para comenzar una nueva historia que había sido clausurada, tapándola con una piedra. Él, que quitó la roca de la entrada de la tumba, puede remover las piedras que sellan el corazón. Por eso, no cedamos a la resignación, no depositemos la esperanza bajo una piedra”.
15. “Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido”.
16. “El anuncio de la esperanza no se tiene que confinar en nuestros recintos sagrados, sino que hay que llevarlo a todos. Porque todos necesitan ser reconfortados y, si no lo hacemos nosotros, que hemos palpado con nuestras manos ‘el Verbo de la vida’, ¿quién lo hará? Qué hermoso es ser cristianos que consuelan, que llevan las cargas de los demás, que animan, que son mensajeros de vida en tiempos de muerte”.
17. “Es otro “contagio”, que se transmite de corazón a corazón, porque todo corazón humano espera esta Buena Noticia. Es el contagio de la esperanza. La victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios”.
18. “En estas semanas, la vida de millones de personas cambió repentinamente. Para muchos, permanecer en casa ha sido una ocasión para reflexionar, para detener el frenético ritmo de vida, para estar con los seres queridos y disfrutar de su compañía. Pero también es para muchos un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo”.
19. “Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Que Jesús resucitado conceda esperanza a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos”.
20. “Hoy, la Unión Europea se encuentra frente a un desafío histórico, del que dependerá no sólo su futuro, sino el del mundo entero. Que no pierda la ocasión para demostrar, una vez más, la solidaridad, incluso recurriendo a soluciones innovadoras. Es la única alternativa al egoísmo de los intereses particulares y a la tentación de volver al pasado, con el riesgo de poner a dura prueba la convivencia pacífica y el desarrollo de las próximas generaciones”.