El Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV) dio a conocer un documento elaborado por científicos y filósofos mexicanos en torno a la pandemia del coronavirus Covid-19, a través del cual se reflexiona sobre la ética del cuidado y la necesidad de una bioética global en momentos en que se encuentran en riesgo aspectos importantes de la casa común.
Estas reflexiones –explica el documento– se ofrecen como criterios orientativos complementarios para las familias, para los profesionales de la salud y para los expertos en políticas públicas.
En relación con el cuidado del otro, aseguran que no se trata sólo de un mero eslogan o una ficción jurídica, sino que es un llamado real a la conciencia “para que lo más humano de nuestra condición emerja, venciendo la autorreferencialidad, el egoísmo, la indiferencia, el miedo y el aislamiento”.
Para los especialistas, la ética del cuidado comienza en la familia, pero la generosidad y la preocupación por el otro podrían distorsionarse si la familia y sus miembros no se descubren como parte de un tejido de intercambios y servicios, por encima de lo utilitario, sin los cuales no se sostiene ninguna sociedad.
Sin embargo, reconocen que la ética del cuidado en la familia es algo natural, por lo que en la circunstancia de la pandemia, a través de ella se puede evitar la ‘cultura del descarte’, en particular, respecto de los adultos mayores y los más pobres, que habitualmente sobreviven con ingresos ínfimos.
Los investigadores del CISAV aseguran que la ética del cuidado es también la base para una auténtica promoción del bien común por parte de la comunidad política, y en ese sentido, advierten al gobierno que “no es válido realizar análisis costo-beneficio desde un enfoque puramente económico o utilitario que conlleven el sacrificio de los más vulnerables”.
Toda autoridad civil –explican– debe recordar que la legitimidad de un gobierno no sólo brota de su origen, sino también de su ejercicio. “En el servicio a los más pobres, a los marginados y a los vulnerables se verifica si el compromiso de un gobierno a favor del bien común es verdadero o meramente retórico”.
Los especialistas reflexionan también en torno a una bioética global para el cuidado de la casa común; al respecto, consideran que dado que “el mundo entero está más interrelacionado que nunca, no bastan los esfuerzos aislados de los estados para preservar el bien común.
“Como lo han dicho en diversas ocasiones varios pontífices durante el siglo XX y comienzos del siglo XXI, es preciso que existan instituciones internacionales que de manera subsidiaria cuiden del bien común internacional en distintos planos y niveles regionales”.
El documento finaliza con una conclusión en la que se reconoce la crisis humanitaria que ha causado el coronavirus como una ocasión para corregir, para aprender y para proponer de nueva cuenta las razones de la esperanza, pues “es importante que renazca lo más humano de lo humano al vivir esta experiencia de dolor y de eventuales pérdidas”.
Y llaman a iniciar nuevas búsquedas que permitan generar desarrollo más integral y no sólo privilegios sectoriales que aumentan la desigualdad. “Una nueva solidaridad personal y entre las naciones tiene que emerger de esta experiencia. Nadie se basta solo. Todos requerimos de todos”.