“¡Es tan difícil ser fiel! Toda la historia de Israel y toda la historia de la Iglesia está llena de infidelidad, de egoísmos y de seguridades, que hacen que el Pueblo de Dios se aleje del Señor”. Con este ejercicio de autocrítica, el Papa Francisco comenzó su jornada.
Así lo expresó esta mañana, durante la eucaristía que presidió en la capilla de Santa Marta. Francisco recordó el llamamiento de Pedro a los apóstoles: “Convertíos, cambiad de vida, volved a la fidelidad”.
Convertirse y ser fiel
“Convertirse es volver a la fidelidad”, sentenció, consciente de que “es una conducta humana no muy común en la vida de la gente, en nuestra vida. Siempre hay ilusiones que nos llaman la atención y muchas veces queremos ir detrás de estas ilusiones”
“Pidamos al Señor la gracia de la fidelidad, agradezcamos cuando Él nos da seguridad”, apreció Francisco que dejó caer cómo “tantas veces cuando nos sentimos seguros, hacemos nuestros proyectos y nos alejamos lentamente del Señor, no permanecemos en la fidelidad y la seguridad mía no es la seguridad que me da el Señor, sino que es un ídolo”.
“A lo mejor no te arrodillas físicamente ante un ídolo, pero en tu corazón adoras a los ídolos”, incidió Francisco. Desde ahí, planteó que “la propia seguridad abre la puerta a los ídolos. Tener seguridad en sí es una gracia, cuando tienes seguridad en el Señor, el problema es cuando en esa seguridad estoy yo en el centro y me convierto en infiel”.
Al iniciar la misa, el Papa lanzó una plegaria para que se promueva la unión frente a la crisis provocada por la pandemia del coronavirus: “Rezamos para que el Señor nos dé la gracia de la unidad entre nosotros, en las dificultades de este tiempo, que nos haga descubrir la comunión entre nosotros, la unidad que siempre es superior a toda división”.