El Papa comenzó la eucaristía matutina en la capilla vaticana de Santa Marta con una plegaria por los mayores, uno de los colectivos más vulnerables ante el coronavirus. “Recemos hoy por los ancianos, especialmente por aquellos que están aislados en las residencias, en los hospitales… Ellos tienen miedo de morir solos. Sienten esta pandemia como algo agresivo”, comentó Francisco.
El obispo de Roma recordó que “ellos son nuestras raíces, nuestra historia, nos han dado la fe, la tradición, el sentido de la pertenencia a una patria”. “Oremos por ellos para que el Señor esté cerca en este momento”, añadió.
Con el pueblo
Durante la homilía, el Papa hizo un canto metafórico a la fidelidad de Dios. “Dios es ese pastor que hace horas extraordinarias, pero no porque se las paguen, sino por gratuidad”, aseveró Francisco.
En esta misma línea, explicó que “Dios es capaz de hacer las cosas, de recrearlas, no se cansa de trabajar para llevar adelante al pueblo y no tiene miedo de cansarse, como ese pastor que cuando llega a casa se da cuenta de que falta una oveja y regresa a buscarla por ahí”.
Como los almendros
“La fidelidad de Dios siempre nos precede, como la flor de los almendros, que son las primeras que nacen en primavera”, detalló para jugar con más imágenes: “Dios es ese padre que sube a la terraza cada día para esperar el regreso del hijo. No se cansa de esperar para hacer la fiesta. La fidelidad de Dios es fiesta y alegría”.
“Dios camina con su pueblo, llevando la promesa haciéndose cercano. La fidelidad de Dios es paciente, escucha y guía al pueblo pacientemente, apuntó el Papa, para concluir: “Nuestra vida no es sino una respuesta a la fidelidad de Dios”