El papa emérito Benedicto XVI cumple hoy 93 años en plena emergencia sanitaria por el coronavirus. En estos días, en los países más azotados por la pandemia se repiten las imágenes de familias destrozadas por la enfermedad y la pérdida de tantas víctimas. En este día, Vida Nueva rescata algunos de los mensajes del papa Ratzinger para afrontar la adversidad.
“Podemos tratar de limitar el sufrimiento, luchar contra él, pero no podemos suprimirlo. Precisamente cuando los hombres, intentando evitar toda dolencia, tratan de alejarse de todo lo que podría significar aflicción, cuando quieren ahorrarse la fatiga y el dolor de la verdad, del amor y del bien, caen en una vida vacía en la que quizás ya no existe el dolor, pero en la que la oscura sensación de la falta de sentido y de la soledad es mucho mayor aún. Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito” (Benedicto XVI, ‘Spe salvi’, 30 de noviembre de 2007, núm. 37).
“Queridos enfermos, vosotros lleváis a cabo una obra importante: viviendo vuestros sufrimientos en unión con Cristo crucificado y resucitado, participáis en el misterio de su sufrimiento para la salvación del mundo. Ofreciendo nuestro dolor a Dios por medio de Cristo, podemos colaborar a la victoria del bien sobre el mal, porque Dios hace fecunda nuestra ofrenda, nuestro acto de amor. Queridos hermanos y hermanas, todos vosotros que estáis aquí, cada uno por su parte: no os sintáis extraños al destino del mundo, sino sentíos teselas preciosas de un bellísimo mosaico que Dios, como gran artista, va formando día tras día también a través de vuestra contribución. Cristo, que murió en la Cruz para salvarnos, se dejó clavar para que de aquel madero, de aquel signo de muerte, pudiese florecer la vida en todo su esplendor” (Encuentro con los enfermos en el Cottolengo de Turín, 2 de mayo de 2010).
“Para un cristiano, exaltar la cruz quiere decir entrar en comunión con la totalidad del amor incondicional de Dios por el hombre. Es hacer un acto de fe. Exaltar la cruz, en la perspectiva de la resurrección, es desear vivir y manifestar la totalidad de este amor. Es hacer un acto de amor. Exaltar la cruz lleva a comprometerse a ser heraldos de la comunión fraterna y eclesial, fuente del verdadero testimonio cristiano. Es hacer un acto de esperanza” (Firma de la exhortación ‘Ecclesia in Medio Oriente’ en el Líbano, 14 de septiembre de 2012).
“Fe, esperanza y caridad están unidas. La esperanza se relaciona prácticamente con la virtud de la paciencia, que no desfallece ni siquiera ante el fracaso aparente, y con la humildad, que reconoce el misterio de Dios y se fía de Él incluso en la oscuridad. La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor. De este modo transforma nuestra impaciencia y nuestras dudas en la esperanza segura de que el mundo está en manos de Dios y que, no obstante las oscuridades, al final vencerá Él … La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. El amor es una luz —en el fondo la única— que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar. El amor es posible, y nosotros podemos ponerlo en práctica porque hemos sido creados a imagen de Dios. Vivir el amor y, así, llevar la luz de Dios al mundo” (Encíclica ‘Deus caritas est’, 25 de diciembre de 2005, núm. 39).
Pregunta.- Me llamo Elena, soy japonesa y tengo siete años. Tengo mucho miedo porque la casa en la que me sentía segura tembló muchísimo, y porque muchos niños de mi edad han muerto. No puedo ir a jugar al parque. Quiero preguntarle: ¿Por qué tengo que pasar tanto miedo? ¿Por qué los niños tienen que sufrir tanta tristeza?
Respuesta de Benedicto XVI.- “Querida Elena, te saludo con todo el corazón. También yo me pregunto: ¿Por qué es así? ¿Por qué vosotros tenéis que sufrir tanto, mientras otros viven cómodamente? Y no tenemos respuesta, pero sabemos que Jesús sufrió como vosotros, inocente, que el Dios verdadero que se muestra en Jesús está a vuestro lado. Esto me parece muy importante, a pesar de que no tenemos respuestas, si la tristeza sigue: Dios está a vuestro lado, y tenéis que estar seguros de que esto os ayudará. Y un día podremos comprender por qué ha sucedido esto. En este momento me parece importante que sepáis que ‘Dios me ama’, aunque parezca que no me conoce. No, me ama, está a mi lado, y tenéis que estar seguros de que en el mundo, en el universo, hay muchas personas que están a vuestro lado, que piensan en vosotros, que hacen todo lo que pueden por vosotros, para ayudaros. Y ser conscientes de que, un día, yo comprenderé que este sufrimiento no era algo vacío, no era inútil, sino que detrás del sufrimiento hay un proyecto bueno, un proyecto de amor. No es una casualidad. Siéntete segura, estamos a tu lado, al lado de todos los niños japoneses que sufren; queremos ayudaros con la oración, con nuestros actos, y estad seguros de que Dios os ayuda. Y de este modo rezamos juntos para que la luz os llegue a vosotros cuanto antes” (Entrevista en la RAI, 22 de abril de 2011).