“Cada año, el Domingo siguiente de Pascua ustedes, luego de una atenta preparación en lo espiritual y habiendo adornado con primor sus cabalgaduras, coches, bicicletas, autos, etc. salen a las calles de nuestros pueblos y ciudades a acompañar al sacerdote que llevará a Jesús Eucaristía a los hermanos enfermos y ancianos”, así comienza su carta el Obispo de Iquique y Presidente de la Comisión Nacional de Santuarios y Piedad popular, Guillermo Vera, dirigida a los ‘cuasimodistas’ de todo el país.
Este año eso no podrá ocurrir, continúa el obispo, porque “la pandemia que azota al mundo nos lleva a ser respetuosos de lo que nos piden las autoridades para no ser causa de más contagio, sino que, al contrario, todos hemos de colaborar para contener y poder erradicar esta enfermedad”.
“Este año no saldremos aclamando al Señor por las calles ni llenándolas de colorido y fiesta, pero que cada uno en el silencio de su hogar, ahí en esa iglesia doméstica, pueda igual rendir su homenaje de fe y amor a Jesús, el Emanuel que ha querido quedarse con nosotros como compañero en el camino de la vida”, insta el obispo a los miles de participantes de esta celebración en el sector rural de la zona central del país.
Esta decisión ya había sido comunicada por la Directiva de la Asociación Nacional de Cuasimodistas de Chile mediante un comunicado a comienzos de abril. Allí “recomienda a todas las agrupaciones asociadas, suspender la Fiesta de Cuasimodo este año en todo el país”. “Este consejo, agregan, dice relación con las medidas anunciadas por las autoridades nacionales debido al estado de catástrofe, así como con la declaración de los Obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile”.
La palabra ‘cuasimodo’ viene de las primeras palabras del introito del segundo domingo de Pascua: “Quasi modo genti infantes…”. Desde la Colonia los sacerdotes llevan la comunión a enfermos y ancianos, en este domingo, para cumplir la norma de comulgar al menos una vez al año, del Concilio de Trento.
La necesidad de proteger al sacerdote en su recorrido por caminos rurales, generó grupos de hombres a caballo que lo acompañaban. Al organizarse, nacieron los cuasimodistas que todavía van a caballo, pero también en bicicletas y otros vehículos.
Como señal de respeto no llevan sombrero, sino un pañuelo con que cubren su cabeza y una ‘esclavina’, pequeña capa sobre los hombros de color amarillo en adhesión al Vaticano. Adornan sus cabalgaduras o vehículo con flores y guirnaldas de colores. Cada año, durante todo este domingo, en muchos caminos rurales del centro del país las caravanas viajan de una casa a otra para que el sacerdote visite al enfermo o anciano, le dé la Comunión y bendiga a la familia. En la entrada a la casa donde esperan al sacerdote ubican una mesa con alguna imagen religiosa, velas y flores, para indicar que allí hay un enfermo o anciano que espera la Comunión.
La forma tradicional de hacer esta caravana es que los cuasimodistas van en parejas montadas, llamadas ‘colleras’ que son estables cada año. Estas colleras, el domingo de Cuasimodo, salen a ‘correr a Cristo’.
En muchas parroquias, los cuasimodistas están organizados en cofradías que se preparan durante el año, con formación actividades religiosas. También confeccionan sus atuendos y preparan los adornos para las carretas, caballo y vehículos.
Juan Pablo II, durante su visita a Chile en 1987 se refirió a esta fiesta como “un verdadero tesoro del pueblo de Dios”.