“¿Quién ha dicho que la Iglesia está muerta o no aparece? La Iglesia está más viva que antes”. Con esta contundencia, el arzobispo castrense, Juan del Río, se dirigía esta mañana a cuantos seguían la en la eucaristía dominical retransmitida por La 2 de Televisión Española.
En su homilía, el también presidente de la Comisión de las Comunicaciones Sociales del Episcopado puso en valor la entrega de tantos cristianos para hacer frente a la pandemia del coronavirus. “Podrán estar vacíos los templos, pero nosotros no dependemos de edificios sagrados”, sentenció para destacar tanto la labor social como la fe que se está viviendo en los hogares, en la que definió como “Iglesias domésticas”.
“Somos una Iglesia en salida a través de los medios de comunicación. La liturgia cristiana no se ha apagado y callado, sino que ha entrado en todos los rincones, por ejemplo, a través de esta misa”, enfatizó, a la vez que reconoció “la imaginación que se está desplegando” a través de las nuevas tecnologías y redes sociales: “Hemos de ser una Iglesia misionera, estemos en casa o en los areópagos del mundo. La alegría del Evangelio hay que anunciarla”.
“Dios nos quiere, no nos ha abandonado. Que pasemos de la duda de dónde está Dios a la certeza de Tomás”, añadió en el Domingo de la Divina Misericordia, instaurado por Juan Pablo II: “Anunciar la misericordia en los tiempos calamitosos que estamos viviendo es un desafío. Dios nos ama tan fuerte que su amor misericordioso nos ama en las miserias más profundas del hombre”.
Desde la capilla de la Sucesión Apostólica en la sede de la Conferencia Episcopal Española, el arzobispo castrense rezó por los fallecidos y sus familias: “A vosotros que lloráis, os traigo un mensaje de esperanza”. Además, quiso agradecer a los servicios sanitarios y a todos los colectivos que “hacen posible que llevemos este confinamiento con seguridad”. “Gracias porque estáis en primera línea”, insistió, con un guiño hacia los militares, la guardia civil y la policía. “Gracias a España por el ejemplo de solidaridad y de entrega que nos está dando”, apreció sobre el talante de la ciudadanía.
Con la mirada puesta en la desescalada y el ‘día después’ de la pandemia, Del Río se preguntó: “¿No nos tendría que llevar a hacernos hombres más sinceros y más humildes sabiendo que nuestra vida depende las manos De Dios?”. “Nos creíamos seguros y de golpe y porrazo un virus tiene en jaque a toda la humanidad”, reflexionó en voz alta.