La semana pasada, el Consejo de Salubridad General de la Secretaría de Salud de México publicó la ‘Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica’ para establecer criterios y determinar a qué pacientes se les proporcionaría en los hospitales equipo de salud limitado en situaciones de riesgo, durante la contingencia de Covid-19.
Sin embargo, debido a la controversia desatada en la opinión pública por su contenido, la guía fue sustituido por el “Proyecto Guía de Triaje para la Asignación de Recursos de Medicina Crítica”, el cual podría ser aprobado en los próximos días para su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
En entrevista para Vida Nueva, el doctor Rodrigo Guerra López, miembro de la Academia Pontificia para la Vida, explicó que el primer documento publicado por el gobierno federal, que resultó ser un borrador, generó un gran rechazo en la sociedad y en la comunidad de especialistas de bioética y derechos humanos en todo el país, por sus “múltiples deficiencias que revelan el fuerte compromiso ideológico de quienes la redactaron”.
El proyecto, en proceso de aprobación, establece que será un grupo de personas las que decidirán a quién se le otorgarán los recursos de medicina crítica; es decir, no será decisión de los doctores tratantes, pues las autoridades quieren evitarles la “angustia moral”.
Para Guerra López, “gracias a Dios, la bioética latinoamericana, en general, se ha construido a partir de la certeza sobre la igual dignidad de las personas, y sobre la especial promoción y defensa que merecen las más vulnerables”.
Con este enfoque –dice– “las decisiones sobre asignación de recursos biomédicos escasos en tiempos de pandemia se tiene que hacer por parte del personal que más y mejor comprenda cada caso”. Y es que, el proyecto señala que el equipo puede trabajar a distancia y tomar su decisión sólo estudiando los expedientes de los pacientes.
Al respecto, Guerra López consideró que hacer toma de decisiones a distancia en temas como éste, y en cualquier otro tema que involucre acción rápida y contundente, es muy desaconsejable.
“La Medicina no es solamente una ciencia. También es un ‘arte’: Ars medica, decían los antiguos. Esto significa que una aproximación verdaderamente clínica y terapéutica no puede prescindir de la experiencia y de las virtudes de los médicos que de manera más directa atienden los casos”, añadió.
El proyecto en estudio también hace referencia al principio llamado “la vida-por-completarse”, con el que se favorece a los jóvenes por sobre las personas mayores; al respecto, Guerra López señaló que dicho concepto no es otra cosa que un “un eufemismo que indica que los autores de la guía pretendían privilegiar a un sector de la población (los jóvenes) por encima de otro (los ancianos)”.
“Esto es ilegal, ilegítimo e inmoral: ilegal, porque viola el artículo 4 de la Constitución que asegura el derecho universal a la protección de la salud; ilegítimo, porque es una acción contraria a la justicia y gravemente atentatoria de los derechos humanos fundamentales, e inmoral, porque implicaría una gran maldad basada en un enfoque utilitarista en materia ética“, advirtió.
La guía bioética también explica el acompañamiento que se le debe dar a los pacientes que no reciben medicina crítica. Sobre dicho punto, el también Presidente del Centro de Investigación Social Avanzada destacó la importancia de que los pacientes ante los que ya no se puede hacer nada para que no-mueran, reciban los pertinentes cuidados paliativos.
Pero aclaró que “nunca estos cuidados paliativos deben ser usados para ocultar prácticas eutanásicas o encarnizamientos terapéuticos, sino para ayudar a que, quien está muriendo, lo haga en condiciones dignas a nivel humano, psicológico y evidentemente médico”.
Y sobre la posibilidad de que los enfermos se puedan despedir de sus familiares; el doctor Rodrigo Guerra López aseguró que si bien en la situación de contingencia pueden existir dificultades para que esto ocurra, existen hoy tecnologías de fácil acceso que pueden ayudar a realizar esto sin graves complicaciones sanitarias.
“Por supuesto, esto implica ciertas decisiones de inversión que requerirían que otros proyectos, tal vez no prioritarios, puedan ser pospuestos y cancelados. La pandemia exige una reorganización de las prioridades en materia de políticas públicas y acciones de gobierno”.
Foto: Wenceslao Cruz