El abulense Víctor Gil es un sacerdote escolapio que, desde hace siete años, encarna la misión en Indonesia, adonde llegó para ser uno de los impulsores de una nueva obra en Atambua, en la isla de Timor.
Allí, han puesto en marcha un centro de educación no formal y una casa de acogida para 80 jóvenes provenientes de entornos rurales y que estudian Secundaria, “facilitándoles que puedan completar sus estudios en un ámbito sano”.
Muchas vocaciones
Desde hace cuatro años, Gil está en la ciudad de Yogyakarta, “donde hemos abierto una casa de formación para seminaristas, habiendo ahora mismo 33, siendo unos 70 en total los que conformamos la comunidad, que ha crecido mucho desde los dos que llegamos hace siete años, fiel reflejo de que el Señor nos está ayudando con las vocaciones”.
El misionero español es el encargado de velar por la formación de estos jóvenes que ahora están recibiendo educación general para, luego, estudiar Filosofía y Teología. De ahí su preocupación ante el coronavirus, que obliga a que todos permanezcan en casa.
La casa, una universidad on-line
Eso sí, frente a ello, no se han quedado parados, sino que “ahora mismo somos una especial de universidad on-line, dedicados al estudio y a la oración”. Pese a que les ha afectado “modificando nuestro ritmo de vida, también hemos tenido suerte, pues nuestra casa está rodeada de descampados y campos de arroz, por lo que podemos al menos salir a dar algún paseo o hacer deporte”.
A nivel nacional, “ha habido pocos casos por ahora, pero también es cierto que las autoridades han actuado con prontitud y han cerrado las universidades, las escuelas o los negocios pequeños, por lo que están pudiendo contener bastante bien el virus”. Mientras, “nosotros tratamos de adaptarnos, viviendo la Pascua con paz y alegría, siendo nuestra vida el trabajo, el estudio y la oración”.
Fondo de emergencia
Este misionero es un fiel ejemplo de la Iglesia en salida a la que el Papa quiere ayudar en un momento de gran dificultad. De hecho, Francisco ha creado un fondo de emergencia misionero con 700.000 euros para paliar el coronavirus. Estos recursos se distribuirán por medio de Obras Misionales Pontificias (OMP) en los territorios de misión más necesitados como consecuencia de la pandemia.