La Delegación diocesana de Patrimonio Cultural de la Archidiócesis de Sevilla ha emitido una serie de recomendaciones sobre procedimientos de desinfección en Bienes Culturales con motivo de la alarma sanitaria por Covid-19. “Debemos actuar con responsabilidad para continuar con la preservación” se reconoce en el documento, enviado a los sacerdotes de la Archidiócesis, advirtiendo, además que “cualquier manipulación o aplicación incontrolada o realizada sin conocimiento puede ser perjudicial para su estado de conservación”.
Las pautas hechas por Patrimonio Cultural se han elaborado siguiendo las propuestas por los expertos del Instituto del Patrimonio Cultural Español (IPCE), con el objetivo de garantizar la conservación de los bienes artísticos que forman parte del Patrimonio de la Iglesia.
Entre todas las medidas destaca la de no fumigar o pulverizar todos los templos, ya que, “debido al cese mayoritario de la actividad cultual, aproximadamente hace un mes, la existencia actualmente del virus en el ambiente de dichos espacios es poco probable”. No obstante, en el caso de que el sacerdote hubiera “celebrado de forma individual”, se procederá “de forma normalizada a limpiar los espacios usados”.
“No se debe realizar desinfecciones con productos corrosivos como la lejía o el amoniaco sobre los bienes muebles, esculturas, retablos, pintura, marcos y orfebrería”, advierte Patrimonio Cultural. De igual modo, señalan que “hay que evitar las pulverizaciones generales con otros productos o incluso agua con jabón, ya que pueden provocar alteraciones irreparables”.
Por otra parte, “los vasos sagrados y otros elementos de orfebrería que se utilizan en la celebración de la Eucaristía podrán ser desinfectados con una solución de alcohol al 70 % o limpiándolos empleando un jabón neutro, secando bien toda la superficie al finalizar la limpieza”. Si bien, “se recomienda no utilizar en este periodo piezas significativas”. Al mismo tiempo, estas acciones se extienden a los “ornamentos litúrgicos textiles de mayor relevancia”, y se hace una llamada a emplear “ornamentos sencillos” y a evitar que estos sean usados por diversos sacerdotes o ministros.
En cuanto a las portadas e imágenes expuestas en la vía pública, la Delegación diocesana alerta de que no deben ser desinfectadas de forma directa y exhorta a “emplear una disolución de etanol al 70 % en agua proyectada a baja presión en las zonas cercanas (aceras, zócalos…) a estos edificios históricos”.
Por otro lado, entre las actuaciones más recomendables en zonas donde no se tenga contacto directo con bienes artísticos se apunta a la pulverización controlada de ozono, “porque es el desinfectante y antiséptico que más destaca por ser altamente eficiente como bactericida, viricida y fungicida”. Además, a pesar de su demostrada efectividad contra el coronavirus, acabando con él en 5 minutos, “es inocuo con el medio ambiente e inofensivo para las personas”.
En el interior de los templos se recomienda la limpieza de las superficies sin valor histórico o artístico “con las soluciones desinfectantes comunes propuestas por las autoridades sanitarias”, empleando preferentemente “etanol disuelto al 70% en agua”, así como “lejía rebajada al 30% en agua” y “otros productos desinfectantes libres de lejía”. Además, desde la Archidiócesis se insta a mantener este protocolo de limpieza de forma “permanente”, una vez se vuelva a la normalidad, “para evitar la futura difusión de cualquier patógeno.
Por último, la Delegación diocesana recuerda que todos los procesos de limpieza se deben llevarse a cabo siempre con los correspondientes EPIs, para garantizar la seguridad de la persona que lo realiza. Asimismo, Patrimonio Cultural insiste en que “ante cualquier duda con los procesos de limpieza y desinfección, lo mejor es no aplicar ningún tratamiento, ya que se pueden generar daños irreversibles” en los Bienes culturales, por eso concluye su comunicado asegurando que “nuestra mejor arma para su conservación es la prevención”