El Papa ha hecho un llamamiento a la unidad de la Unión Europea, para afrontar la pandemia del coronavirus. En su plegaria inicial de la misa matutina que preside en la capilla vaticana de Santa Marta, Francisco se adelantó a la cumbre que se celebrará el próximo jueves, convocada por el presidente del Consejo Europeo Charles Michel, para buscar un acuerdo que permita sacar adelante una inyección económica ante la crisis provocada por el COVID-19.
“En este tiempo, en el que necesitamos tanta unidad entre nosotros y entre las naciones, rezamos hoy por Europa, para que logre tener esta unidad fraterna que los padres fundadores de la Unión Europea quisieron”, entonó.
En la homilía, el Papa presentó el diálogo de Jesús con Nicodemo -el Evangelio del día- como “un verdadero tratado de teología, ahí está todo: el kerigma, la catequesis, la reflexión teológica”. A partir de ahí, se centró en detallar cómo se produce “la revelación del amor de Dios”. “Dios nos ama con locura, el amor de Dios es una locura, tanto amó al mundo que nos entregó a su Hijo único para que muera en la cruz. Cada vez que miramos al Crucificado, encontramos este amor. El crucifijo es el gran libro del amor de Dios, no es un mero objeto, es la expresión del amor de Dios”, explicó.
“¡Cuántos cristianos pasan el tiempo mirando al Crucificado y ahí encuentran todo!”, exclamó el Papa. “Porque han entendido y el Espíritu les ha llevado a entender que ahí esta toda la ciencia, todo el amor y toda la sabiduría cristiana”, apostilló, a la vez que instó a mirar al Crucificado y sus llagas, “en silencio”.
Por otro lado el Papa se preguntó: “¿Yo camino en la luz o en la oscuridad? ¿Soy hijo de Dios o he terminado por ser un pobre murciélago?”. A partir de esta cuestión, expuso cómo “cuando estamos en el pecado, no soportamos la luz y es más cómodo para nosotros vivir en las tinieblas”. “Nos volvemos ciegos”, aseveró.
En esta misma línea, comentó que “la luz nos aplasta y nos hace ver aquello que no queremos ver. Los ojos del alma, de tanto vivir en la oscuridad, se acostumbran, hasta el punto de ignorar qué es la luz y perder el sentido de la luz”. “Tantos corruptos no saben lo que es la luz…”, lamentó.
“Dejemos que la luz que trae Jesús en el Espíritu entre en nosotros y nos ayude a ver las cosas con la luz de Dios, con la luz verdadera y no con la oscuridad que nos da el señor de las tinieblas”, deseó Francisco.