Al inicio del estado de alarma, Abraham Martínez Moratón, médico y seminarista de primer curso del Seminario San Fulgencio, se puso a disposición del Servicio Murciano de Salud y ya ha trabajado en dos centros. Así lo relata la Diócesis de Cartagena, a la que pertenece este seminarista que, en medio de la pandemia por el Covid-19, se ha puesto de lado de quienes más lo necesitan: los enfermos.
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De hecho, Martínez asegura que su vocación siempre ha sido la de ayudar a los demás. Por eso, ya desde el instituto quiso ser médico. Se formó en la Universidad de Murcia e hizo la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. De familia de fe y en continua búsqueda de Dios, poco a poco, fue descubriendo que lo que sentía era una llamada al sacerdocio.
“Yo le decía a Dios: Si ya te estoy ayudando a través de la medicina ¿para qué más cosas? Pero también es cierto que siempre le he dicho, y le sigo diciendo, que lo que él quiera para mí”, explica el joven. “Me dio muchas pistas y me decía alto y claro, con señales luminosas, que mi camino era el seminario. Así, me fui inundando y enamorando tanto de él que tuve que decirle: Vale, Señor, me has robado el corazón, no me siento digno de este camino, pero si es lo que quieres…”.
No podía estar de “brazos cruzados”
Fue el pasado mes de septiembre cuando ingresó en el Seminario San Fulgencio. Al decretar el estado de alarma, los seminaristas abandonaron las instalaciones del seminario para pasar este periodo en sus casas. Pero él no podía quedarse de brazos cruzados y, tras pedirle permiso al rector, se puso a disposición del Servicio Murciano de Salud. Unos días más tarde estaba cubriendo una baja en el Centro de Salud de Monteagudo.
“Qué bendición ir todos los días a trabajar y, por la carretera de Alicante, divisar el Cristo de Monteagudo. Fue un ‘regalazo’ conocer a todo el personal, hicimos un trabajo en equipo muy bueno”. En Monteagudo estuvo hasta Domingo de Resurrección y del 16 al 21 de abril ha trabajado en el Centro de Salud del barrio del Carmen de Murcia, donde se reencontró con antiguos compañeros de residencia. “Al verme me dijeron: Esto es un espejismo, ¿tú no estabas en el seminario?”.