España

Nacer en tiempos de coronavirus





En este tiempo de Pascua marcado por el coronavirus, ningún símbolo recoge mejor la resurrección que el alumbramiento de una nueva vida. Es lo que ha experimentado Aurora, quien ha dado a luz en Madrid a su segundo hijo, Samuel, en pleno confinamiento marcado por el estado de alarma.



Pero, si nadie lo tiene fácil desde hace más de un mes, su caso es especial, pues, desde hace cinco años, esta joven necesita del apoyo de Cáritas Madrid para poder tirar hacia adelante. Todo comenzó cuando se quedó embarazada de Libertad. Sin trabajo, casa ni una red familiar en la que apoyarse, la acogieron en el Hogar Santa Bárbara, un piso en el barrio de Malasaña con capacidad para 12 madres y nueve bebés en el que estas viven en un ámbito de protección hasta los primeros seis meses de vida del bebé, en espera de que su situación se haya estabilizado y ya puedan valerse por sí mismas.

Un caso muy significativo

Como explica Rosalía Portela, subdirectora del Servicio Diocesano de Vivienda de Cáritas Madrid, “el de Aurora es un caso muy significativo, pues ella representa en sí misma nuestra red integral de alojamiento social con apoyo a las madres solas, al haber pasado por todas nuestras alternativas en modo de hogar”. Así, desde Santa Bárbara, que vendría a ser la respuesta básica de Cáritas Madrid, la joven, al no tener la renta mínima para vivir autónomamente, pasó a un segundo nivel, en el hogar Santa María del Parral, en Aravaca.

“Este centro residencial –prosigue Portela–, con 30 plazas, está pensado para que, en un período largo (no superior a dos años), las madres puedan recuperarse y retomar su proyecto de futuro, tanto a nivel administrativo como en lo emocional. Además, se apuesta mucho por su formación y por que ellas tengan ya experiencias laborales. En el caso de Aurora, en ese tiempo pudo trabajar como teleoperadora, en un súper o en labores de limpieza”.

El embarazo le costó dejar de trabajar

Desde ahí, la joven madrileña pasó al tercer hogar de la red de Cáritas Madrid, el Jubileo, “con capacidad para 58 alojamientos y donde la autonomía es aún mayor”. Aunque el embarazo de Samuel le hizo perder esos pequeños trabajos con los que iba ahorrando algo de dinero.

Así es como Aurora ha llegado al último nivel de la red, el centro JMJ 2011, un residencial donde pueden convivir 122 familias. Tras trasladarse aquí hace poco, es en esta casa donde se ha instalado con sus dos hijos al nacer el pequeño en pleno confinamiento.

La seguirán acompañando

En caso de que no alcance la autonomía necesaria por sí misma cuando tenga que dejar este nuevo hogar, desde Cáritas Madrid tienen claro que la seguirán acompañando. “Pasaría –cuenta Portela– a un piso de una de las vicarías de la Archidiócesis de Madrid, compartiendo la vivienda con otra madre. El alquiler siempre se acuerda en base a los ingresos reales de cada mamá, nunca superando el 10-20% de los mismos. Si las madres no tienen ingresos, gestionamos las ayudas necesarias hasta conseguir prestaciones públicas”.

Este último ejemplo lleva a la subdirectora del Servicio Diocesano de Vivienda a denunciar que, “desde la Administración, queda mucho para abordar la problemática de la vivienda en clave de derecho, como en realidad es. Aurora es el claro ejemplo: se ha formado, ha tenido trabajos y siempre solicita acceder a la vivienda de renta mínima, pero nunca se lo conceden. Como a ella, a muchísimas personas les cierran la puerta de un modo total, dejando dignidades muy tocadas”.

Quiere ser voluntaria de Cáritas

La propia Aurora reivindica que “el mundo es mucho mejor cuando nos ayudamos entre todos. Los que pasamos por situaciones difíciles no somos piedras. Nos cuesta mucho salir adelante y poder llegar a ser independientes y autónomos. Por eso valoro tanto lo recibido estos años. Cáritas es mi familia. He conocido otras entidades que me han apoyado, pero no es lo mismo. Ellos nos muestran un cariño especial y que va más allá”. “Por ello –destaca–, mi ilusión es tratar de devolverles lo que me han dado. Si mejora mi situación y tengo una vida como la de los demás, me haré voluntaria de Cáritas para acompañar a otros que pasen por lo que yo he pasado”.

Ese espíritu de fraternidad lo percibe también, pese a las circunstancias, en el residencial JMJ 2011, donde vive con decenas de familias atendidas por Cáritas: “Entre todos nos apoyamos. Ellos y los voluntarios nos dejan en la puerta dibujos para los niños, aceite, frutas o patatas. También ha sido especial que haya nacido Samuel en medio de este sufrimiento por el coronavirus. Su propio parto de adelantó por lo mal que lo estoy pasando con la pandemia. Estaba en el mercado comprando cuando llegó la noticia de que la Comunidad de Madrid cerraba los colegios. Fue tal el susto que, al poco, rompí aguas y nació mi niño”.

Una nueva vida en medio de tanta preocupación, de tanta muerte… Y de tanta fraternidad. Samuel ha nacido en tiempos de coronavirus, pero rodeado de esperanza.

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Etiquetas: Cáritascoronavirus
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