El Papa comenzó esta mañana la eucaristía en la capilla de Santa Marta teniendo presente a un colectivo de trabajadores esencial durante la pandemia del coronavirus. “Recemos juntos hoy por las personas que trabajan en los servicios funerarios, una labor muy dolorosa y triste”, expresó Francisco, consciente de que “sienten el dolor de esta pandemia de una manera muy cercana”.
Revestido con casulla roja por la festividad de san Marcos, el Obispo de Roma animó a los cristianos a celebrar la jornada acercándose al evangelista a través de su legado: “El Evangelio de Marcos fue el primero en escribirse, con un estilo sencillo y cercano. Si hoy tienen tiempo, léanlo”.
Partiendo de la lectura del día, que versa sobre el envío a evangelizar del Resucitado a sus discípulos, Francisco explicó que “la fe, o es misionera, o no es fe. La fe no es algo solo para mí, para que yo crezca con la fe. Esta es una herejía gnóstica. La fe siempre me lleva a salir de mí”.
En un tono más enérgico de lo habitual en su homilía, el Papa defendió que este anuncio ha de transmitirse, “sobre todo, con el testimonio. Id, que la gente vea cómo viven”. “Una vez, un estudiante universitario que estaba en Polonia me preguntó qué tenía que decirles para convencer a sus compañeros”, expuso. “¡Nada, nada! Lo último que tienes que hacer es decir algo. Tú comienza a vivir y ellos, viendo tu testimonio, te preguntarán por qué vives así”, le dijo Francisco en aquel momento al joven.
Como suele ser habitual en sus reflexiones sobre la evangelización, insistió en que la fe “no significa hacer proselitismo, como si fuera un equipo de fútbol o una asociación de beneficencia. La fe no es proselitismo, es ofrecerla para que el Espíritu Santo pueda actuar en la persona con el testimonio, con el servicio”.
A partir de ahí, el Papa definió el servicio “como un estilo de vida”: “Si yo digo que soy cristiano pero vivo como un pagano, eso no convence a ninguno. Si digo que soy cristiano y vivo como cristiano, eso llama la atención y da testimonio”.
En esta misma línea, el Papa recordó cómo “un sacerdote europeo me decía que hay tanta incredulidad y tanto gnosticismo en nuestra ciudad porque los cristianos no tienen fe. Si la tuvieran, seguramente la darían a la gente”.
“Falta talante misionero, porque falta convicción”, destacó, para detallar a renglón seguido: “Digo que soy cristiano católico como si fuera un comportamiento social, un documento de identidad: te llamas y te apellidas así y, además, eres cristiano. Esto no es fe, es algo cultural”.
“¿Cómo puedo saber que, saliendo de mí, seré fecundo en la transmisión de la fe?”, se preguntó el Papa, para hacer un llamamiento a la confianza: “En la transmisión de la fe, está siempre el Señor con nosotros. En la transmisión de la ideología, habrá maestros, pero cuando yo tengo un comportamiento de fe transmitida, el Señor me acompaña”.
“¡Cuántas veces en la historia de la Iglesia han nacido movimientos y agrupaciones de hombres y mujeres que querían convencer de la fe, auténticos proselitistas que han acabado en la corrupción!”, se lamentó.
“Oremos al Señor para que nos ayude a vivir nuestra fe de puertas abiertas, transparente, no proselitista, y que hagamos ver a los demás cómo somos. Y, con esta sana curiosidad, ayudemos a las personas a recibir este mensaje que los salvará”, concluyó su homilía.