El pasado 12 de abril, Domingo de Resurrección, una patrulla de la Policía Municipal de Madrid suspendió la misa que se estaba celebrando en la parroquia de San Jenaro, en el distrito de Ciudad Lineal. Si bien es cierto que el decreto del estado de alarma no prohíbe las celebraciones religiosas, sí limita el campo de acción, motivo por el cual intervinieron los agentes.
Curiosamente este hecho ha trascendido dos semanas después, al hacerse viral en redes sociales el vídeo en el que se recoge el momento en el que los agentes interrumpen la eucaristía. El material se acompaña de una secuencia sobre la llamada al rezo musulmán permitido en la localidad tarraconense de El Vendrell, para equiparar ambos actos y dejando caer la existencia de un doble rasero de las autoridades ante dos confesiones religiosas.
Sin embargo, tal y como recoge el atestado de los agentes, la celebración madrileña se suspendió por las restricciones que recoge el estado de alarma. En concreto se detalla que la misa se realizaba “sin guardar las adecuadas medidas de seguridad ni distanciamiento” por lo que se considera la medida adoptada como “ajustada a derecho”.
Además, el Ayuntamiento de Madrid, con el alcalde José Luis Martínez-Almeida al frente, ha aclarado en un comunicado que la parroquia había instalado sin autorización un equipo de megafonía hacia el exterior del edificio, lo que había levantado “quejas vecinales”.
Las dos circunstancias motivaron que los agentes acudieran al lugar para comunicar personalmente al párroco, Roberto Carlos Baker, el fin de la eucaristía que estaba siendo retransmitida por redes sociales. En este sentido, la Policía Municipal destacó “el clima de colaboración y respeto mutuo que ha habido entre el párroco y diversos miembros del Cuerpo, tanto en esta intervención como en diferentes conversaciones mantenidas después”.
Aun así, en el momento de la interrupción de la misa, el cura alegó que “no está cometiendo ninguna infracción” citando el real decreto. Ante la reacción de algunos vecinos, el sacerdote pidió calma: “Están cumpliendo con su misión. Ellos tienen razón. Lo siento, la Policía tienen razón. Continuaremos la misa dentro. Lo siento muchísimo. Cuidaos mucho”. Los agentes tampoco le permitieron continuar con el acto dentro del templo.
Es cierto que el Real Decreto aprobado por el Gobierno permite frenar la expansión del COVID-19 permite en su artículo 11 “la asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias civiles y religiosas”, pero sí de detalla que “se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro”.
Más allá de las medidas del Ejecutivo, en la archidiócesis de Madrid el cardenal Carlos Osoro desde el pasado 14 de marzo suspendió “todas las celebraciones públicas de la Eucaristía con la participación de fieles”, al ser la capital española el principal foco de expansión de una pandemia que se ha cobrado ya la vida de más de 23.000 personas.