Un año después de que la Asamblea Plenaria del Episcopado aprobase la nueva Ratio nationalis para adecuar la formación en los seminarios españoles a las directrices marcadas por la Congregación para el Clero en la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis –que entró en vigor en 2016–, “el balance de cómo se está aplicando en nuestras diócesis es muy positivo”, según reconoce el arzobispo Joan-Enric Vives.
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Se trata de un plan de formación sacerdotal, “normativo y orientativo”, paras todas las diócesis –como reconoce en declaraciones a Vida Nueva el presidente de la Comisión Episcopal de Clero y Seminarios– y que, con el título de Formar pastores misioneros, “está a punto de salir como libro impreso con un importante anexo para que pueda ser mejor comprendido y aplicado”.
Tras la preceptiva aprobación por parte de la Santa Sede, muchos de los elementos novedosos del plan en la formación inicial y permanente de los sacerdotes ya se han estado implementando en los seminarios. “Y nos consta que en la Congregación para el Clero se valora mucho nuestro texto, además del proceso seguido para su elaboración, que fue muy sinodal, con aportaciones de los obispos, así como de los rectores, con el consejo asesor y decanos de las facultades eclesiásticas y otras aportaciones de especialistas”, señala el también arzobispo de Urgel.
Cuatro dimensiones esenciales
Entre esas novedades está la de una apuesta por reforzar “las cuatro dimensiones esenciales” en la formación de los seminaristas. “Se trata de la formación humana, espiritual, intelectual y pastoral, así como la formación integral y personalizada, en comunidad y para la misión, que se deberán ir concretando en una Iglesia toda ella volcada en la misión”, apunta el pastor, que, además, subraya otro aspecto: “No perder de vista la unidad entre la formación inicial en el seminario y la formación permanente a lo largo de toda la vida de los sacerdotes, que exigirá algún tipo de replanteamiento en lo que ahora estamos haciendo”.
Aunque lo primero que está ocupando en estos momentos a los seminarios españoles es analizar cómo aplicar de manera concreta las nuevas pautas en cada diócesis, teniendo en cuenta que las necesidades no son iguales en todas. “Nuestras diócesis no son homogéneas en su tejido diocesano, ni en su tamaño, ni tampoco en medios. Cada diócesis acoge las mejores intuiciones del texto y las lleva a la práctica contando con los mismos seminaristas, factores activos de su propia formación y los equipos de formadores y del presbiterio diocesano”, señala el prelado catalán.
Lo que sí considera Vives que ha de ser común en todas ellas es que todos los estamentos diocesanos “deben estar interesados en la comunidad del seminario”. Esto, añade, “exige una renovada y audaz pastoral vocacional, que debe implicar a las familias, escuelas, formación en tiempo libre, catequesis y pastoral juvenil entre otras, además de escoger bien a los equipos formativos y darles confianza, algo que resulta básico para que el clima formativo de los futuros pastores sea fecundo”