Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, ha denunciado que, durante las restricciones por la pandemia del Covid-19, “ha habido alguna irrupción en templos parroquiales o incluso en una catedral en plena celebración”. El prelado ha mostrado su desacuerdo con estas acciones por medio de su última carta semanal, titulada ‘Las iglesias, ¿catacumbas clandestinas?’, en la que señala que los templos no se “han librado” del cierre general que vive España –y gran parte del mundo– estos días.
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Sanz señala que las iglesias “son espacios sagrados –y por lo tanto exentos–, donde se siguen las medidas que las autoridades sanitarias han dictado como el guardar la distancia física entre las personas y evitar absolutamente una aglomeración” y por ello “no procedía una disolución como si se estuviera delinquiendo por parte de sacerdotes y fieles en una catacumba clandestina”.
“Otra cosa es quien jalea para intentar malmeter, acusar, crear alarmismo, recurriendo sin pudor a la extorsión calumniosa y al intento de censura embravecida señalando a sacerdotes y fieles cristianos de estar incumpliendo la normativa”, afirma el obispo, recalcando que, por parte de la Diócesis de Oviedo, “acatamos y haremos acatar las directrices legítimas que nos han dado”.
La plegaria no se ha suprimido
Sin embargo, ha subrayado que “no permitiremos que nadie conculque torticeramente nuestros derechos humanos y constitucionales, entre los que la libertad religiosa no es el menor de ellos, con la excusa de una pandemia”. “Nuestras iglesias no son catacumbas para la censura”, añade, “y la vivencia de la fe la expresamos incluso dentro de las restricciones que se derivan de estas circunstancias, con la debida prudencia de la normativa vigente”.
El obispo apunta que las medidas tomadas por las autoridades sanitarias se acataron “de modo responsable” y con “generosidad para facilitar desde nuestros lares que se pueda atajar cuanto antes la pandemia frenando su crecida expansión”, dice Sanz, reconociendo que “propiamente, no se han prohibido las celebraciones religiosas”. “Las iglesias están cerradas, pero no se ha suprimido la plegaria. En esta circunstancia ha nacido y crecido la creatividad de tantos cristianos, sacerdotes y laicos”, dice.
“Hay un grande deseo de volver a la casa de Dios en nuestras parroquias, y una necesidad por parte de tantas personas creyentes de expresar su fe, de nutrirla y afianzarla con el consuelo de poder acercarse a una iglesia, arrodillarse ante un sagrario, rezar ante una imagen de María”, explica, si bien aclara que los cristianos “sabemos que Él está en todas partes, y que desde cualquier lugar y situación escucha nuestras oraciones”. Asimismo, ha señalado la necesidad de, en este “ayuno eucarístico”, reconocer y despertar la “conciencia y la gratitud para valorar el inmenso don que supone poder celebrar la Eucaristía y acceder a los sacramentos”.