“Muy pegados a lo que vayan diciendo los técnicos del Gobierno en materia sanitaria… e incluso un paso por detrás”. La precaución –pese a las presiones de pequeños grupos ultras, muy activos en las redes sociales, que quieren que se abran los templos al culto ya, independientemente de lo que digan las autoridades– preside la toma de decisiones en Añastro con respecto a la “desescalada” eclesial para cuando se levanten las medidas del vigente estado de alarma.
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Y aunque, en principio, este estará en vigor hasta el 9 de mayo, en la Conferencia Episcopal ven “muy difícil” reabrir los templos al culto a corto plazo. Incluso se pone en duda que las ceremonias con numerosa participación, como primeras comuniones y confirmaciones, que algunas diócesis ya han pospuesto para septiembre y octubre, puedan realmente llegar a celebrarse en esos meses. Al menos, tal y como se conciben ahora, es decir, con mucha gente congregada. La posibilidad de que finalmente se realicen puede depender de que las familias se avengan a una ceremonia más íntima.
Esta reflexión está encima de la mesa de la Comisión Ejecutiva del Episcopado, que no pierde de vista que la propia Santa Sede no se ha andado con medias tintas y acaba de aplazar hasta 2022 y 2023, respectivamente, el Encuentro Mundial de las Familias, previsto en Roma para junio de 2021, y la Jornada Mundial de la Juventud, programada en Lisboa en agosto de 2022.
Funerales con más familiares
En este sentido, la propia celebración de la Asamblea Plenaria, prevista para mediados de noviembre, podría verse afectada e incluso no se descarta que las fechas navideñas tengan que vivirse en casa, como ha sucedido con la pasada Semana Santa, toda vez que los expertos consideran muy posible un nuevo rebrote del coronavirus en invierno, y que, para entonces, todavía es poco probable que se haya comercializado una vacuna con la que todavía no se ha dado. En todo caso, se considera que de celebrarse en las iglesias, sería con una presencia un poco mayor a la que se contempla hoy para las misas.
Sobre lo que sí se quiere incidir ahora en las conversaciones que se mantienen con el Gobierno de Pedro Sánchez es, por un lado, en clarificar algunos aspecto del real decreto sobre el estado de alarma –que ha generado polémica al interrumpir la policía en unas pocas ocasiones unas misas que se estaban celebrando con unos pocos fieles–, así como en la posibilidad de que se suavicen las medidas en el caso de funerales de personas que han fallecido hace un mes o más, para que puedan celebrarse con un pequeños número de familiares y vecinos.