El 11 de mayo vuelven las misas en España “bajo estrictas medidas de protección” y con un tercio del aforo

El 11 de mayo vuelven las misas en España “bajo estrictas medidas de protección” y con un

Vuelven las misas. Pero todavía quedan dos semanas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha comparecido esta tarde desde Moncloa para detallar cómo va a realizarse el desconfinamiento en España. Entre los casos que le han servido para explicar esta desescalada, el líder socialista ha utilizado el ejemplo del culto, indicando que el 11 de mayo comienza la fase 1 y se podrían celebrar misas públicas con solo un tercio del aforo y bajo “estrictas medidas de protección” que redactará el Ministerio de Sanidad en las próximas horas. Eso sí, solo en las provincias que cumplan con los criterios sanitarios que le permitan avanzar hasta esta fase.



De esta manera, el próximo 17 de mayo se podría volver a cumplir con el precepto dominical, del que los obispos españoles han dispensado desde que comenzó el estado de alarma el pasado 14 de marzo. Por tanto, dos meses después, los cristianos podrán acudir a la celebración de la eucaristía.

La segunda fase, que comenzaría el 25 de mayo si todo avanza favorablemente, permitirá celebrar el culto con un 50% del aforo, por lo que el 31 de mayo ya se podrían ver misas dominicales con más fieles. El 8 de junio empezaría la fase 3 en la que el presidente Sánchez no ha advertido ninguna medida en relación al aforo de los templos. Si ya no existieran restricciones de aforo, el 14 de junio estaríamos ante la primera misa de la “nueva normalidad”, que el Gobierno dibuja para antes de acabar el mes de junio.

Una vez detalladas las fases y sus fechas, Sánchez ha querido dejar claro que la desescalada será asimétrica, por lo que no todas las provincias y, por tanto, las diócesis, vivirán la desescalada al mismo tiempo. Así, ha puntualizado que cada fase tiene un mínimo de duración de dos semanas –período medio de incubación de la enfermedad–, pero puede alargarse.

Los obispos trabajan en el plan eclesial

Por su parte, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española ya está trabajando en cómo será la vuelta a las misas con fieles en las próximas semanas. Para ello han puesto sobre la mesa un protocolo de actuación “similar” al que ya han aprobado los obispos alemanes que apuesta, entre otras medidas, por comulgar en la mano durante la primera fase y priorizar las celebraciones al aire libre en los grandes templos y catedrales.

Ya este domingo, el presidente del Episcopado, Juan José Omella, adelantó que planea con el Ministerio de Sanidad la reapertura del culto público. Y es que la vuelta al culto no depende tanto de los obispos, que han mostrado una gran responsabilidad en todo este periodo para preservar la salud de la sociedad, de la que no pueden desmarcarse, sino del mando único del Gobierno, que cuenta con un equipo de epidemiólogos que miden los pasos a dar.

La Conferencia Episcopal marcará unas pautas generales a modo de recomendaciones que cada obispo concretará a la realidad de su territorio como medidas preceptivas, con la misma asimetría que, en principio, prevé Moncloa para provincias y áreas sanitarias según el número de contagios y capacidad para afrontar un rebrote.

La realidad es que la vuelta a las misas públicas se prevé sin el saludo de la paz y con las pilas bautismales con agua bendita, medidas ya adoptadas por todas las diócesis días antes de decretarse el estado de alarma.

El manual de los obispos alemanes, un espejo para el Episcopado Español, está abierto a modificación a medida que se levanten las restricciones. Así, también recoge iniciativas tales como repartir la comunión con guantes, establecer puertas de entrada y salida a los templos, limitar el sentido de los pasillos para la comunión, un único cantor en lugar de coro y un solo celebrante en el altar. Incluso se plantea marcar en el suelo la distancia entre el sacerdote y el feligrés, así como adelantar y convertir en colectivo el diálogo antes de comulgar: “El Cuerpo de Cristo”. “Amén”.  En cualquier caso, se busca no dejar margen a la libre interpretación de los sacerdotes y los fieles para evitar cualquier riesgo de contagio, por mínimo que sea.

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