La doble realidad que preocupa a Cáritas en toda España son: las personas que pasan de ser sociedad insegura a exclusión y quienes ya en exclusión antes del coronavirus tendrán ahora más difícil salir adelante. Así lo explica Raúl Flores, coordinador de Estudios de Cáritas Española, quien en medio de la desesperanza invita al optimismo: “La recuperación no va a ser inminente, pero sí tenemos esperanza en que va a ser más rápida que en la crisis de 2008, aunque el impacto ha sido mucho más profundo en un periodo de tiempo más corto”.
PREGUNTA.- El último Informe FOESSA –2019– alertaba de una pobreza enquistada. Tras el coronavirus, ¿cuál será la situación?
RESPUESTA.- Nos preocupan dos cuestiones. Por un lado, un número importante de personas que mostraban una vulnerabilidad o que tras la crisis acabada en 2014 no habían podido recuperarse del todo, una población sin colchón, a la que llamamos “sociedad insegura”, cae ahora en pobreza y situación de exclusión. Por otro lado, se está viviendo una cronificación de las situaciones de pobreza y exclusión social. Quienes ya estaban en esta situación tienen ahora más difícil salir. Esto se refleja en muchos aspectos, por ejemplo, en el desempleo. El de larga duración es el que más nos preocupa por la desprotección a la que se enfrentan estas familias. La recuperación no va a ser inminente, aunque sí tenemos esperanza en que va a ser más rápida que en la crisis de 2008, pero el impacto ha sido mucho más profundo en un periodo de tiempo más corto.
P.- Un 18,4% de personas viven en situación de exclusión en España. Lejos de reducirse, ¿esta cifra va a crecer?
R.- Desgraciadamente, sí, porque la situación económica es muy grave, lo que no sabemos es cómo va a crecer y cuánto; la respuesta está en nuestras manos. En el plano legislativo, dependerá de qué políticas sociales pongamos en juego. Va a depender también de cómo las entidades del tercer sector vamos a responder y cómo lo va a hacer cada uno de nosotros como ciudadanos. ¿Vamos a apoyar a nuestro vecino que necesita que le hagamos la compra? ¿A nuestro primo que no puede pagar el alquiler? ¿Vamos a dejar de pagar a la persona que nos ayudaba en casa?
En estos tres niveles nos vamos a jugar cuánto y cómo se incrementa esta cifra. Podemos ser capaces de hacer un modelo idéntico al de la anterior crisis, que redujo la inversión en políticas sociales contra la exclusión social, o podemos ir hacia un modelo en el que se intensifiquen las medidas sociales para hacer más suave la caída de tantas familias. Estamos a tiempo de que el golpe no sea tan fuerte, estamos a tiempo de organizarnos como sociedad y actuar como vecinos, hermanos… El riesgo está, la tendencia es real, pero ojalá seamos capaces de sacar un aprendizaje positivo de esta crisis y volvamos a rescatar el valor que tiene la comunidad como espacio en el que entendemos que nos necesitamos, que lo que le afecta a mi vecino me afecta a mí.
P.- ¿Y qué papel va a jugar la renta mínima ya aprobada por el Gobierno en esta caída de las familias?
R.- La renta mínima es una medida necesaria y que va a ayudar a que esta situación no afecte a tantas personas y de manera tan intensa. En Cáritas la veníamos reclamando como necesaria antes del coronavirus y también para después. Creemos que es necesario que la sociedad se responsabilice con los últimos, que no tienen las mismas posibilidades de salir de su situación por sí mismos. Tiene que existir una última red de protección de las familias, por eso es positivo un ingreso en este sentido.Probablemente se quede corta y no tenga toda la capacidad protectora que nos gustaría, pero, desde luego, es un buen paso.
P.- La brecha entre ricos y pobres ¿está condenada a hacerse más patente?
R.- La brecha que más nos preocupa es entre la clase media y los pobres. Esta desigualdad nos habla de la incapacidad de los más vulnerables para acceder a recursos normales. Los más vulnerables sueñan con participar en la sociedad de la misma manera que la mayoría, no con ser ricos. En esta crisis, muchas familias van a tener dificultades para pagar el alquiler, los suministros, comprar ropa y alimentos, que son elementos cotidianos. Por otro lado, la brecha que nos preocupa también es la educativa, que se está incrementando. La escuela es un espacio de igualdad de oportunidades; cuando cierra, esa brecha vuelve a incrementarse, porque los recursos materiales son distintos en cada hogar.