La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), informó que el próximo 1 de mayo, la Unión Americana y Canadá pedirán la intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, para que les dé fortaleza en la lucha contra la pandemia de Covid- 19.
José Gómez, arzobispo de Los Ángeles y presidente la USCCB, dijo que, para pedir el favor de la Virgen María, ese día se renovará “la consagración de las dos naciones al cuidado de nuestra Santísima Madre”.
Cabe recordar que en 1972 el obispo John Carroll, de Baltimore, el primer obispo de Estados Unidos, promovió la devoción a María, la Madre de Dios, y colocó a Estados Unidos bajo su protección a través de una carta pastoral.
La renovación de la consagración –dijo el arzobispo Gómez- une a los Estados Unidos en solidaridad con el Santo Padre, quien recientemente estableció el Memorial de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, como fuente de protección y fortaleza.
“Esto le dará a la Iglesia la oportunidad de orar por la protección continua de Nuestra Señora de los vulnerables, la curación de los enfermos y la sabiduría de aquellos que trabajan para curar este terrible virus”, dijo.
La guía de liturgia estará disponible para los fieles que puedan unirse a través de las diferentes plataformas de redes sociales de la USCCB.
Por otro lado, la USCCB también dio a conocer su postura en torno a las medidas del presidente Donald Trump, quien recientemente anunció un alto temporal a la inmigración ante la emergencia sanitaria por el Covid- 19.
Los obispos de Estados Unidos, encabezados por el arzobispo Gómez, consideraron que “esta acción del presidente amenaza con alimentar la polarización” en un momento muy delicado.
Explicaron que, si bien recibieron con agrado los esfuerzos para garantizar que todos los estadounidenses sean reconocidos por la dignidad de su trabajo, la crisis global causada por Covid-19 “exige la unidad y la creatividad del amor, no más división e indiferencia de una mentalidad desechable”.
También aseguraron que hay poca evidencia de que los inmigrantes le quiten el trabajo a los ciudadanos estadounidenses. Al contrario, “inmigrantes y ciudadanos juntos son socios para revivir la economía de la nación”, consideraron.
A esta preocupación se suma el hecho de que la decisión del presidente Trump evita que ciertos familiares de inmigrantes se reúnan con sus seres queridos que viven en Estados Unidos. Además, prohíbe a los trabajadores religiosos que buscan ingresar a ese país como residentes permanentes legales, apoyar el trabajo de la Iglesia en este momento.
“Sin duda, esto perjudicará a la Iglesia Católica y a otras denominaciones, disminuyendo su capacidad general para ministrar a los necesitados”, lamentó la USCCB.