“La dignidad del trabajo está siendo pisoteada a nuestro lado”. Con esta dureza y en plena crisis económica provocada por el coronavirus, el Papa denunció las situaciones de “injusticia y esclavitud” que según él se dan hoy en todos los rincones del planeta. Durante la eucaristía matutina desde la capilla vaticana de Santa Marta, el Francisco reivindicó los derechos laborales en el Día de los Trabajadores.
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Así, el Papa alzó la voz contra “los trabajos forzados, injustos, mal pagados, que llevan al hombre con la dignidad pisoteada”. “Son muchísimos en el mundo”, sentenció, negando que sea solo un fenómeno de los países menos desarrollados.
Sin seguridad social
“Habrá quien piense que es algo que sucede lejos. Pero aquí también sucede. Pensemos en los trabajadores que tienen un salario mínimo con doce o catorce horas al día de labor. Esto también sucede aquí”, alertó. Y continuó con otro ejemplo: “Pensemos en las trabajadoras domésticas que no tiene un salario justo ni seguridad social ni cotizan para su jubilación. Esto no sucede en solo Asia”.
“Hoy en la fiesta de san José Obrero, oremos por todos los trabajadores, por todos, para que a nadie le falte el trabajo y que a todos se les pague de forma justa, que puedan gozar de la dignidad del trabajo y del bienestar del descanso”, comenzó en su plegaria inicial.
La vocación de Dios
Durante la homilía, el Papa desarrolló esta idea, a partir del relato bíblico de la Creación para recordar ya ahí se utiliza el término “trabajo” para referirse a tarea realizada por Dios. “El trabajo del ser humano no es otra cosa que la continuación del trabajo de Dios. El trabajo humano es la vocación que ha recibido el hombre de mano de Dios para crear el universo”, meditó Francisco.
Este punto de partida le llevó a asegurar que el trabajo “es lo que asemeja el hombre a Dios, con ello tiene la capacidad de crear para que la familia siga adelante”. “El hombre es creador, pero crea con su trabajo”, subrayó. “El trabajo es la primera vocación del hombre y esto le da la dignidad que le asemeja a Dios”, añadió.
Hacer su pan
El Papa recordó cómo “una vez en Cáritas, un hombre que no trabajaba e iba a buscar ayuda para su familia, le dijo al voluntario que era un afortunado porque él podía ganar el pan para llevar a casa. Le faltaba la dignidad de hacer su pan, que es pisoteada en este tiempo”.
Francisco tumbó el imaginario de que “la brutalidad de la esclavitud” sea un fenómeno anacrónico: “Hoy existen tantos esclavos, hombre y mujeres, que no son libres para trabajar, que son obligados a trabajar nada más que para sobrevivir”.
El rol del empresario
“Hace poco leí en los periódicos que en Asia un empresario había asesinado a un empleado que ganaba medio dólar porque consideraba que no había hecho bien su tarea”, lamentó para asegurar que “al final se acaba en una relación de dictador y esclavo”.
“Hace dos meses llamé a un empresario italiano que me pedía que rezara por él porque no quería despedir a nadie, porque despedir a uno de sus trabajadores era despedirse a sí mismo”, comentó también el Papa, que elogió a aquellos empresarios que “cuidan al trabajador como si fuera un hijo”.
“Hoy nos unimos a tantos hombres y mujeres creyentes y no creyentes. Pedimos por aquellos que trabajan para defender la justicia en el trabajo, por aquellos empresarios con coraje que llevan adelante el trabajo con justicia, incluso perdiendo dinero”, apuntó. “Pidamos a san José, que nos ayude a luchar por la dignidad del trabajo, para que haya trabajo, un trabajo digno y no de esclavos. Que esta sea hoy nuestra oración”, remató en su homilía.