Los migrantes que transitan por México viven una situación complicada a causa de su vulnerabilidad al no tener un lugar para pernoctar, a las enfermedades a las que son susceptibles en el camino, y a los problemas que los afectan directamente, entre ellos, el cierre de fronteras en el norte y sur de México.
De acuerdo con la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), esta situación ha potencializado los problemas de aglomeración de migrantes en zonas fronterizas, lo cual favorece un ambiente de cultivo para el desarrollo del Covid-19 y otras enfermedades, pero además agrava los problemas sociales para los habitantes locales.
Además de esto, las organizaciones y personas dedicadas a la atención de la comunidad migrante se enfrentan a muchos desafíos al buscar controlar la propagación del virus a partir de la adaptación de sus espacios y las medidas de prevención e higiene.
Y por si fuera poco, los administradores de los albergues tienen que administrar con más rigor los recursos que tienen y seguir trabajando para conseguir lo necesario para el mantenimiento diario de sus áreas, que permita el debido cuidado de los trabajadores, agentes de pastoral y la misma comunidad migrante.
Para saber cómo están trabajando los albergues y organismos que atienden a los migrantes a lo largo y ancho del país, la CEM, a través de su Observatorio Nacional, contactó con sacerdotes y laicos en el norte, centro y sur de México, a fin de conocer sus puntos de vista sobre el impacto que ha tenido la pandemia en la comunidad migrante.
De acuerdo con el informe difundido esta semana, en la zona sur, particularmente en Chiapas, primer estado en el que ponen los pies los migrantes centroamericanos, el Albergue Belén, uno de los más importantes, fue cerrado debido a que no cuentan con espacios de aislamiento.
Este albergue tiene una capacidad de 140 personas, y desde las caravanas de 2018 está sobrepoblado, ya que han llegado a tener hasta 380 migrantes. En el lugar hay un gran número de mujeres embarazadas, niños y adultos mayores con los cuales se tiene especial cuidado.
El personal que lo administra informó que los migrantes han recibido pláticas acerca de las medidas de higiene, y cuentan con revisión médica diaria por parte de las autoridades de salud en la zona. Buscan mantener limpias todas las áreas del inmueble y es obligatorio el uso de gel antibacterial, aunque este producto será “insuficiente para cubrir todo el tiempo de la cuarentena”, dicen.
Lo mismo ha ocurrido en otros albergues por lo que, en general, en el tema de salud la situación al interior éstos es favorable, pues desde la primera fase controlaron el acceso y la salida, y esta acción les permitió prever riesgos potenciales.
En la zona centro, particularmente en el estado de Veracruz, que es paso obligado de migrantes, se ha dejado de recibir migrantes en los albergues.
Explican: “La problemática se concentra en que el virus se propaga a través de las personas que viajan constantemente, de tal modo que los migrantes que vienen transitando por el país, tienen más probabilidad de contagiarse en el camino. La instrucción es mantener la puerta cerrada, nadie entra ni sale, ante esta situación de emergencia”.
Sin embargo –explica- existe una excepción para atender la emergencia: de los albergues sólo salen los que están enfermos o tienen algún padecimiento, pero estos se mandan directamente al Centro de Salud o al Hospital más cercano. Sólo en ese caso se permite a la comunidad migrante la salida.
Si bien lo que ocurre en la zona norte del país es similar, ya que tienen restringidas las salidas de los migrantes que se sabe van a regresar al albergue y solo es permitido salir cuando se trate de una urgencia, a estos lugares llegan migrantes deportados desde el Instituto Nacional de Migración.
Sin embargo, el Observatorio Nacional explica que el volumen de deportados aumentó por el hecho de que, en la política migratoria emergente, se aceptó realizar deportaciones las 24 horas.
“Ahora la estrategia de distribución cambió, ya que durante esta contingencia, los migrantes deportados son direccionados a varios albergues, ya no solo a los mismos donde llegaban, distribuyendo así la carga de volumen de migrantes deportados”.
De igual forma, varios lugares de acogida continúan recibiendo migrantes con un protocolo de aislamiento, modificando sus dinámicas para salir lo menos posible y así evitar contagios.
“Algunos son migrantes que ya se encontraban en el país; sin embargo, por la pandemia, quieren estar en un lugar seguro. Otros son los que siguen cruzando la frontera sur a pesar de que se encuentra cerrada”, explica el informe.