El Papa comenzó la eucaristía matutina que presidió en la capilla vaticana de la residencia de Santa Marta rezando por las familias “para que continúen en paz, creatividad y paciencia en esta cuarentena”. “En este tiempo, las familias han estado encerradas en casa tratando de hacer tantas cosas nuevas y con tanta creatividad con los niños para salir adelante”, expuso Francisco, que, a la vez, se mostró preocupado “por la violencia doméstica” que también se ha puesto de manifiesto en esta crisis del coronavirus.
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Durante la homilía, Francisco reflexión sobre el disenso eclesial existente hoy. “Cincuenta años después del Concilio, veamos las divisiones que hay en la Iglesia. Es lícito pensar diferente, pero dentro de la unidad de la Iglesia, siempre bajo el pastor que es Jesús”, expuso el Papa.
“Considerar que nosotros somos los justos y los otros, los pecadores” es para Francisco una de las principales dolencias que aqueja hoy a los católicos: “Esa distinción entre nosotros y ellos es una enfermedad de la Iglesia que nace de ideologías, de partidos religiosos. En el tiempo de Jesús, al menos había cuatro partidos religiosos: fariseos, saduceos, celotes y esenios”.
¿Mi idea o el Espíritu Santo?
Así, advirtió de que, “cuando se tiene un modo de pensar mundano que se pone a interpretar la ley” se deriva en “posiciones que crean división, hasta tal punto que es más importante la división que la unidad, es más importante mi idea que el Espíritu Santo que nos guía”.
Frente a ello, hizo un llamamiento a promover una “capacidad constructiva” que permita poner la mirada en Jesús como “pastor de todos”. Así, detalló que “la Iglesia es como un río, algunos son más de un lado y otro de otro, pero lo importante es que todos estén dentro del río. Esta es la unidad de la Iglesia: todos dentro del río, conscientes de unas diferencias que no dividen, sino que crean unidad”.
La amplitud del río
“Las diferencias son lícitas”, insistió el Papa, consciente de que “la Iglesia tiene la amplitud de un río porque el Señor así lo quiere”. “Que el Señor nos libre de la psicología de la división y nos enseñe que en Jesús todos somos hermanos y que él es el pastor de todos”, imploró el Papa que también subrayó que “a palabra de hoy es ‘todos’, que nos acompañe toda la jornada”.
Desde ahí, también ahondó en el significado de ese ‘todos’: “Jesús ha muerto por todos, incluso por ese desgraciado que me hace la vida imposible y por ese otro malhechor, incluso por quienes no creen en Él o creen en otras religiones”. “Esto no significa que debamos hacer proselitismo, sino que nos ha justificado a todos”, apostilló.