En una entrevista con Nuova Bussola Quotidiana, el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha lamentado el debate generado ante la epidemia de coronavirus en las Iglesias de Alemania e Italia, donde ciertos sectores proponen que se haga llegar la comunión a los fieles a través de bolsas de plástico, garantizando así las medidas de higiene. “Es una cuestión de fe –reclama–. Si tuviéramos conciencia de lo que celebramos en la misa y de lo que es la eucaristía, ciertas formas de distribuir la comunión ni siquiera se nos ocurrirían”.
“Es absolutamente imposible –recalca–. Dios merece respeto, no puedes meterlo en una bolsa. No sé quién pensó este absurdo, pero, si es cierto que la privación de la eucaristía es ciertamente un sufrimiento, no se puede negociar sobre cómo ofrecerse”. “La eucaristía –enfatiza molesto– debe ser tratada con fe. No podemos tratarla como un objeto trivial, no estamos en el supermercado. Es totalmente una locura”.
Respecto a que en Alemania ya se ha producido esta iniciativa en algunos ámbitos locales, Sarah es tajante: “Desafortunadamente, se hacen muchas cosas en Alemania que ya no tienen nada católico, pero eso no significa que debamos imitarlas. Recientemente, escuché a un obispo decir que en el futuro no habrá más asambleas eucarísticas, solo la liturgia de la Palabra. Pero esto es protestantismo”.
“El Señor es una persona –remacha el purpurado–. Nadie le daría la bienvenida a la persona que ama en una bolsa o de otra manera indigna. La respuesta a la privación de la eucaristía no puede ser una profanación. Esto realmente es una cuestión de fe. Si lo creemos, no podemos tratarlo indignamente”.
Sarah también muestra su escepticismo respecto a las misas en streaming, la alternativa más habitual en este tiempo de coronavirus: “No podemos acostumbrarnos a esto. Dios está encarnado; él es de carne y hueso, no es una realidad virtual. También es muy engañoso para los sacerdotes. En la misa, el sacerdote tiene que mirar a Dios. En lugar de eso, se está acostumbrando a mirar la cámara, como si fuera un espectáculo. No podemos continuar así”.
Sobre la medida de algunos episcopados de imponer como obligatoria, mientras dure la crisis sanitaria, la recepción de la comunión en las manos, el prefecto insiste en que “los fieles son libres de recibir la comunión en la boca o en la mano”.
“El diablo –concluye Sarah– ataca fuertemente la eucaristía porque es el corazón de la vida de la Iglesia. Pero creo, como ya he escrito en mis libros, que el corazón del problema es la crisis de fe de los sacerdotes. Si los sacerdotes son conscientes de lo que es la misa y de lo que es la eucaristía, ciertas formas de celebrar o ciertas hipótesis sobre la comunión ni siquiera se nos ocurrirían. Jesús no puede ser tratado así”.