El papa Francisco entra de lleno en el encendido debate que se vive en Italia sobre la necesidad de regularizar a un gran número de inmigrantes en situación irregular empleados principalmente en la agricultura, para garantizar así la recogida de las cosechas durante la pandemia. Al final de la audiencia general de este miércoles, celebrada en la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, el Pontífice pidió aprovechar la crisis provocada por el coronavirus para “poner en el centro la dignidad de la persona y del trabajo”.
El Pontífice contó que en ocasión del reciente Primero de Mayo, fiesta de los trabajadores, recibió numerosos mensajes relativos a los problemas del mundo laboral. “En particular, me impresionó el de los braceros agrícolas, entre ellos muchos inmigrantes que trabajan en el campo italiano. Por desgracia muchas veces se les explota duramente”, lamentó el Papa, para reconocer a continuación que “hay crisis para todos” pero ello no es óbice para “respetar siempre la dignidad de las personas”.
Una vez concluida su serie de catequesis sobre las Bienaventuranzas, Francisco comenzó este miércoles un nuevo ciclo, dedicado a la oración. “Es el alimento de la fe y también su expresión. Es como un grito que sale del corazón del que cree y espera solo en Dios”, comentó, destacando el ejemplo que ofrece el Evangelio con el caso del ciego Bartimeo, que pedía limosna sentado a la orilla del camino y no dudó en exigirle a Jesús a gritos que se compadeciera de él pese a las personas que le invitaban a callarse.
Ante la “grandeza de la fe de Bartimeo”, Cristo le “abrió las puertas de su misericordia” y le concedió lo que pedía: la vista. “Este pasaje evangélico nos ayuda a comprender que la oración nace de la fe, brota de nuestro ser criaturas frágiles y necesitadas, de la continua sed de Dios que todos tenemos”, dijo el Papa, invitando a seguir el ejemplo de Bartimeo sobre cómo se debe orar: “Con humildad y perseverancia, confiando en el Señor y abandonándonos totalmente a su misericordia”.