Aunque cada vez se sabe de forma más clara cómo se va a ir produciendo la vuelta a los templos, incluso con fechas muy concretas, esto no basta para un sector de la Iglesia. El exnuncio Carlo Maria Viganò ha elaborado un nuevo texto –titulado ‘Por la Iglesia y por el mundo’– denunciando que las medidas que se están aplicando para frenar la pandemia por el coronavirus son un freno para “los derechos inalienables de los ciudadanos y sus libertades fundamentales”, fundamentalmente en lo que al mantenimiento de la práctica religiosa se refiere.
Entre quienes se han adherido al texto de Viganò, según su promotor, hay 4 cardenales: Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino; Gerhard Ludwig Müller, antiguo prefecto de Doctrina de la Fe; Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong; y Janis Pujats, arzobispo emérito de Riga (Letonia). A ellos se suman algunos obispos como Luigi Negri (arzobispo emérito de Ferrara), Joseph Strickland (actual obispo de Tyler, Texas-Estados Unidos), Thomas Peta (arzobispo metropolitano de Astaná, Kazajistán) y su auxiliar Athanasius Schneider, Jan Pawel Lenga (arzobispo de Karaganda, Kazajistán), Rene Henry Gracida (obispo emérito de Corpus Christi, Texas) y Andreas Laun (obispo auxiliar de Salzburgo, Austria).
El cardenal Sarah se ha desmarcado del texto a las pocas horas de su publicación. En Twitter ha escrito: “Un cardenal prefecto, miembro de la Curia romana tiene que observar una cierta restricción en asuntos políticos. No debe firmar peticiones en tales áreas. Por eso esta mañana pedí explícitamente a los autores de la petición titulada ‘Por la Iglesia y por el mundo’ que no mencionaran mi nombre. Desde un punto de vista personal, puedo compartir algunas preguntas o preocupaciones planteadas en relación con las restricciones a la libertad fundamental, pero no firmé esa petición”
También han puesto su firma el teólogo Serafino Lanzetta, franciscano de la Inmaculada; el sacerdote italiano Alfredo Maria Morselli; y el teólogo de la Sociedad de San Pío X, Curzio Nitoglia. Entre los periodistas y escritores están Marco Tosatti, Claudio Messora, Giorgio Nicolini, Aldo Maria Valli, Michael J. Matt o John-Henry Westen. Muchos de ellos están vinculados a las páginas que han difundido otros textos de Viganò.
Se han adherido 11 personalidades del mundo de la medicina, 12 abogados, 18 profesores y divulgadores y 12 presidentes de asociaciones. Es de destacar que entre la lista de firmantes hay incluso algunos marcados por su ateísmo.
El texto se ha publicado en el sitio web de un colectivo indefinido que se llama a sí mismo ‘Veritas Liberabit Vos’ –“la verdad os hará libres” (Jn 8,32)–. Dirigido a “todas las personas de buena voluntad”, sostiene que se han impuesto restricciones desproporcionadas e injustificables al “ejercicio de la libertad de culto, expresión y movimiento” por la pandemia.
Anotándose a las posibles conspiraciones, insinúan que los “datos oficiales” sugieren que algunos “poderes” están fomentando el pánico, e imponiendo medidas antiliberales que son un “preludio inquietante para la realización de un gobierno mundial fuera de todo control”. En este sentido habla de “formas sutiles de dictadura” y cómo la sociedad está dejando fuera “los derechos de Dios y de los fieles son la ley suprema de la Iglesia”.
“La salud pública no debe ni puede convertirse en una coartada para infringir los derechos de millones de personas en todo el mundo, y mucho menos para privar a la autoridad civil de su deber de actuar con prudencia en pro del bien común”, señalan. Frente a ello, “muchas voces autorizadas en el mundo de la ciencia y la medicina confirman que el alarmismo de los medios de comunicación sobre Covid-19 parece estar absolutamente injustificado”.
“Los responsables gubernamentales deben poner fin a estas formas de ingeniería social, adoptando medidas para proteger a los ciudadanos a los que representan y en cuyos intereses tienen la grave obligación de actuar”, reclaman ya que ven detrás de las medidas políticas el fin de “aislar a los individuos para manipularlos y controlarlos mejor”.
Además se dirigen a la comunidad farmacéutica que busque el bien común y reclaman a los políticos que den “a los ciudadanos la oportunidad de rechazar estas restricciones a la libertad personal, sin que se imponga ninguna sanción a quienes no deseen utilizar las vacunas, el seguimiento de contactos o cualquier otra herramienta similar”. Algo que solo es posible desde la crítica y el “debate democrático y honesto”.
Ya en materia sacramental, “como pastores afirmamos firmemente el derecho a decidir autónomamente sobre la celebración de la Misa y los sacramentos, así como reclamamos una autonomía absoluta en los asuntos de nuestra jurisdicción inmediata, como las normas litúrgicas y las formas de administrar la Comunión y los Sacramentos”. Por ello, ratifican que “el Estado no tiene derecho a interferir, por ningún motivo, en la soberanía de la Iglesia”. “Pedimos que se eliminen las restricciones a la celebración de ceremonias públicas”, sentencian.