El Papa comenzó la eucaristía desde la capilla vaticana de la residencia de Santa Marta, encomendando a los miles de voluntarios de Cruz Roja. “Hoy se celebra el Día Mundial de Cruz Roja. Rezamos por todas las personas que trabajan en la entidad y que el Señor bendiga su labor, que hace tanto bien”, expresó Francisco en su petición cotidiana vinculada a la pandemia del coronavirus.
Durante la homilía, el obispo de Roma reflexionó sobre el consuelo que Jesús ofrece a la humanidad. “El consuelo del Señor es verdadero, no es una anestesia, sino que nos abre las puertas de la esperanza”, planteó el Papa, que subrayó que “el estilo de Dios es esta cerca de nosotros. Nos consuela en cercanía”.
El Papa repasó cómo “tenemos muchas maneras de consolar, desde la cercanía, pero también de manera formal”. “Un telegrama de condolencia no consuela a nadie, es una mera formalidad”, criticó a renglón seguido.
Frente a ello, “Jesús no usa palabras vacías, es más, prefiere el silencio. El Señor habla poco, pero está cercano. Es la fuerza de su cercanía”, explicó, a la vez que destacó otros dos rasgos propios de la consolación de Dios: la verdad y la esperanza.
Desde estas premisas, Francisco advirtió de que Dios “no nos dice que no sufriremos y que no nos pasará nada”. “Jesús consuela en esperanza. Sí, hay momentos malos, pero no pueden turbar nuestro corazón”, aconsejó.
En esta misma línea, reconoció que “muchas veces en los momentos malos nos llenamos de rabia y no entendemos que Jesús nos hable con dulzura”. Por eso, concluyó la homilía pidiendo la gracia para “aprender a dejarnos consolar por el Señor”.