Sabedor de que muchos países en América celebran hoy el Día de la Madre, quiso felicitar a todas las progenitoras del mundo “con gratitud y afecto confiándolas a la protección de María, nuestra Madre celestial”. “El pensamiento también se dirige a las madres que han pasado a otra vida y nos acompañan desde el cielo”, expresó durante el rezo dominical de Regina Coeli que dirigió hoy a mediodía desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano. De forma espontánea, Francisco invitó a cuantos seguían la retransmisión telemática del rezo pascual a tener un emotivo gesto de homenaje: “Guardamos un minuto de silencio para que cada uno recuerde a su madre”.
Con el planeta sumido en la pandemia del coronavirus, Francisco invitó además a la humanidad a no caer en “la peor ansiedad”, en la sensación de “sentirse solo y sin puntos de referencia frente a lo que sucede”. “Esta angustia, en la cual una dificultad se suma a otra dificultad, no se puede superar sola”, advirtió el Papa, durante el rezo dominical de Regina Caeli que dirigió hoy a mediodía desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano
“Jesús pide tener fe en él, es decir, no apoyarnos en nosotros mismos, sino en Él. Porque liberarnos de la perturbación pasa por la confianza. Y Jesús ha resucitado y está vivo para estar siempre a nuestro lado”, subrayó el obispo de Roma.
Además, el Papa lanzó otro mensaje de consuelo a la comunidad creyente, a quienes recordó que “más allá de la muerte” está el cielo, “de modo que donde Él esté, nosotros también”. “Es la certeza que nos consuela: hay un lugar reservado para cada uno. No vivimos sin rumbo y sin destino. Se nos espera”, enfatizó Francisco.
Así, el Papa definió el cielo como “el lugar más digno y hermoso: el cielo”. “Estamos hechos para el cielo, para la vida eterna, para vivir para siempre. Para siempre: es algo que ni siquiera podemos imaginar ahora. Pero es aún más hermoso pensar que esto será para siempre en alegría, en plena comunión con Dios y con los demás, sin más lágrimas, rencores, divisiones y disturbios”, reflexionó en voz alta el Pontífice.
A partir de ahí, Francisco lanzó al aire una pregunta: “¿Pero cómo llegar al cielo?”. “Para subir al cielo, el camino es Jesús: es tener una relación viva con él, imitarlo en el amor y seguir sus pasos”, respondió a continuación.
En este sentido, advirtió de aquellos “caminos que no conducen al cielo”: los caminos del poder, los caminos de la mundanalidad, los caminos de la autoafirmación. Frente a ellos, presentó el camino de Jesús “el camino del amor humilde, de la oración, de la mansedumbre, de la confianza”. “No es el camino de mi protagonismo, es el camino de Jesús protagonista de mi vida”, apostilló el Papa.
Además, el Papa hizo un llamamiento a la Unión Europea para “enfrentar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia en un espíritu de armonía y colaboración”. Francisco tomó como punto de partida la llamada Declaración de Schuman que hace 70 años, que “inspiró el proceso de integración europea, permitiendo la reconciliación de los pueblos del continente, después de la Segunda Guerra Mundial, y el largo período de estabilidad y paz que disfrutamos hoy”, valoró.
Francisco también puso su mirada en África, cuarenta años después de la primera visita pastoral de Juan Pablo II al continente negro. “Dio voz al grito de las poblaciones del Sahel, severamente probado por la sequía”, rememoró el Papa, lo que le llevó a poner en valor la iniciativa juvenil ‘Laudato ai’ Alberi’, que quiere plantar al menos un millón de árboles en la región. “Espero que muchos puedan seguir el ejemplo de solidaridad de estos jóvenes”, alentó.