Las mujeres, al frente de la lucha contra los abusos sexuales a menores en la Iglesia. El arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, es uno de los últimos prelados españoles en poner en manos de una mujer esta delicada cuestión. El pasado 19 de abril, apenas dos meses después de su toma de posesión como primado de España, el mitrado confiaba en la psicóloga y canonista Lourdes Carrazoni Prous la Comisión para la Protección de Menores, erigida ese mismo día, domingo de la Divina Misericordia.
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La nueva oficina diocesana responde a la instrucción del papa Francisco, quien en su motu proprio ‘Vos Estis Iux Mundi’, firmado el 7 de mayo de 2019, daba un plazo de un año a todas las diócesis del mundo para apuntalar una comisión a la que pudieran dirigirse las víctimas. El guante ha sido recogido por los obispos españoles.
En las últimas semanas son varios quienes han anunciado la creación de sus propias oficinas y a fecha 31 de mayo se espera que las 70 diócesis españolas cuenten con este servicio, como ha recordado en varias ocasiones el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello.
Un proyecto necesario
“Se trata de un proyecto necesario que Cerro, con mucho interés, ha hecho realidad para bien de la Iglesia particular y general, y es que es consciente de la necesidad de defender a los menores para salvaguardar la Iglesia”, explica a Vida Nueva Carrazoni. Y añade: “Asumo este encargo con mucha responsabilidad, para que el objetivo con el que se ha creado se haga realidad y la Iglesia enfrente esta circunstancia de defensa de los menores”.
Además de la directora, son miembros de la comisión Juan Marín Relanzón, abogado y experto en Derecho Canónico, y el sacerdote Félix del Valle Carrasquilla, doctor en Teología y experto en Psicología. El decreto establece que la directora “es la persona encargada de recibir las informaciones sobre abusos.
Los miembros de la comisión, por su competencia en las distintas áreas, prestarán ayuda” a la directora “en el ejercicio de sus funciones”. Este nuevo organismo “velará por que todas las instituciones y ámbitos eclesiales católicos que desarrollan su tarea pastoral en el territorio de la Archidiócesis sean un lugar libre de abusos”.
Un papel fundamental
Otra de las diócesis que ha estrenado recientemente esta oficina es Ávila. José María Gil Tamayo firmó el 29 de abril el decreto por el que creaba la Oficina para la recepción de denuncias y acompañamiento de las víctimas. Dirigida por el sacerdote Luis Carlos Hernández Herrero, cuenta con Gustavo Rodríguez, experto en Protección de Menores por la Pontificia Universidad Gregoriana y Caridad López González, diplomada en Estudio Jurídico Rotal por el Tribunal de la Rota de Madrid.
Ella, en conversación con esta revista, considera “fundamental” el papel de la mujer en estas oficinas. “El Papa dice que ‘la mujer es quien hace hermoso el mundo, lo cuida y lo mantiene vivo. Trae la gracia que hace nuevas las cosas, el abrazo que incluye, la valentía de donarse’. Así, la mujer aporta la sensibilidad y calidez tan necesaria para la acogida en estas oficinas. Además de estos aspectos tan fundamentales en la atención a las víctimas, no debemos olvidar que en la elección de estas mujeres se ha observado mucho que tengan una cuidada formación acorde al encargo que han recibido”, explica.
Por otro lado, Bilbao, con algunos meses más de recorrido, pues Mario Iceta creó la Comisión para la Protección de Menores y Prevención de Abusos Sexuales el pasado 31 de julio, cuenta con la dirección de Carlos Olabarri, fiscal promotor de justicia del tribunal diocesano y tres mujeres laicas: la abogada María Fernández; la psicóloga miembro del equipo de la fundación diocesana de orientación familiar Lagungo, María Gómez, y la profesora del Centro Formativo Somorrostro, Julia Moreno.
Completa la comisión el que fuera miembro del Consejo Pastoral Diocesano, el ertzaina Teo Santos. Para Gómez, “las mujeres formamos parte de esta sociedad y de la Iglesia, deberíamos estar presentes en muchos ámbitos en los que todavía no estamos, por eso llama la atención que formemos parte de comisiones como esta, pero lo importante es que las personas que conformamos estas comisiones, sean hombres o mujeres, tengamos delicadeza para atender y escuchar a las víctimas, formación para ser eficaces en la ayuda y decisión para reparar, en la medida en que se pueda, las heridas”.