El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social en México advirtió que el número de pobres podría aumentar debido a la crisis sanitaria que atraviesa el país a causa de la emergencia sanitaria por Covid-19.
Según el organismo responsable de medir la pobreza y evaluar los programas sociales del gobierno federal, el número de personas en situación de pobreza por ingreso se incrementaría entre 8.9 y 9.8 millones de personas.
En tanto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha dicho que la pandemia provocará la peor recesión en la historia de Latinoamérica, y México será el segundo país más afectado, después de Venezuela.
En entrevista para Vida Nueva, Gerardo Cruz González, especialista en Doctrina Social Cristina, explica que a partir de esta epidemia se generarían en América Latina casi el doble de pobres, por lo que en este momento es muy importante que la sociedad no se desatienda de los grupos más vulnerables, entre los que se encuentran los adultos mayores.
Explicó que si bien hay adultos mayores que gozan de una pensión, ésta suele ser tan baja que no les alcanza para mantenerse, y se ven obligados a salir a trabajar a la calle en plena contingencia. “Recientemente dijo el Papa que ellos representan la raíz, y no podemos ser fruto sin raíz, hay que volver a la sabiduría de los grandes, de los abuelos”.
Para Gerardo Cruz, quien coordina la Maestría en Pensamiento Social Cristiano que se imparte en la Universidad Lumen Gentium en coordinación con el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc), otro grupo vulnerable son las mujeres, especialmente las amas de casa, sobre quienes recae toda la carga económica de los hogares; “muchas veces son ellas las que sacan adelante a los hijos y a los padres, y con esta falta de trabajo venidera, por supuesto que también son un grupo vulnerable”.
También –añadió– están los niños, niñas y adolescentes que son obligados a trabajar, muchas veces sin protección social y generalmente explotados en el campo, la ciudad y las periferias; “también son presa del crimen organizado y son explotados sexualmente”.
Gerardo Cruz ve que muy buenos ojos que entre los pobres haya quienes se están organizando para que esto no sea así. “Se trata de bases organizadas que no se quedan a esperar la ayuda del gobierno o de otras entes sociales, sino que ellos mismos están repensando cómo vivir en esta época de la historia universal”.
“En este panorama –dice– conviene retomar la idea de la creatividad que propuso el Papa muy recientemente; en esta creatividad está el redescubrir la solidaridad, no como un valor pasajero, sino como un principio; no es para que después de un año se acabe la solidaridad; se trata de entender la solidaridad como un principio que conlleva dos valores fundamentales: fraternidad y sororidad.
El especialista considera que el mexicano debe ser capaz de responder con creatividad en temas como el trabajo y las nuevas relaciones sociales; “cuando salgamos de esta contingencia tendremos que actuar de un modo distinto en la sociedad, tenemos que tener nuevas prácticas, nuevas exigencias y nuevas políticas públicas sobre la salud, porque derechos humanos como la salud han sido hasta ahora un privilegio de clase”.
“Hay muchos bautizados en este momento trabajando en las periferias: consagradas, consagrados, laicas y laicos dedicados a cuidar, a construir una sociedad más justa; lo están haciendo también en este momento de emergencia sanitaria”, asegura Gerardo Cruz.
Refiere que muchos están trabajando de forma anónima, por ejemplo, en favor de las personas migrantes, “un grupo absolutamente olvidado por las políticas públicas, y en este momento de crisis, aún más excluido de los servicios elementales”.
Para Gerardo Cruz, si bien es el momento de modificar las estructuras económicas, sociales y culturales que han generado las grandes desigualdades, y las cuales a su vez han hecho que esta crisis se haga más grande, también es necesaria una modificación de la identidad de todos los cristianos católicos, una conversión personal y comunitaria.
“El Papa nos ha recordado que no nos salvamos solos. No podemos quedarnos cruzados de brazos ante las crisis que ya estamos viviendo, esperando un milagro, sino que tenemos que poner nuestro empeño para que estas cosas sucedan”, apunta.
Gerardo Cruz es coordinador de la Maestría en Pensamiento Social Cristiano que iniciará en agosto próximo en la Ciudad de México, y la cual busca aportar criterios éticos con base en el Evangelio, para que en los distintos escenarios de la sociedad se pueda promover una cultura del encuentro.
Explica que el Imdosoc tiene como objetivo ayudar a reflexionar para tener acciones que promuevan el respeto y justicia por la dignidad de la persona en todos los lugares y ambientes, y en todo momento, especialmente en los sectores excluidos y marginados, “porque no podemos pensar que hay desarrollo para unas pocas personas en detrimento de miles de millones de seres humanos”.
“Nuestros alumnos –añade– están capacitados para trabajar, asesorar, aportar en distintos ámbitos, bajo distintas disciplinas sobre la participación de todos en el bien común y de los valores del reino; en este momento de crisis, el Evangelio y su implicación social son muy importantes porque muchas veces se ha pensado nuestra fe como intimista, pero el Papa ha insistido en que no es así; es necesaria una Iglesia en salida y la Iglesia en salida somos todos”.
Con este proyecto académico, que se realiza de manera conjunta con la Universidad Lumen Gentium en la Arquidiócesis de México, se quiere “llevar a todos los ámbitos sociales, económicos y políticos que Cristo sea luz para que todos los hombres y mujeres de este mundo podamos vivir en paz y en justicia”.