“Son muchos los mayores que viven en condiciones penosas y para nosotros no son números, son personas y cuenta cada uno y cada familia”. Así lo ha escrito el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, en una carta abierta dirigida a las personas mayores ante la pandemia del Covid-19.
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“Todos los días os tengo muy presentes en mis oraciones, especialmente a quienes murieron, a los enfermos y a los que vivís solos”, ha subrayado el obispo. Y es que, en sociedades “altamente industrializadas como la nuestra, el número de mayores va en aumento mientras la tasa de natalidad disminuye”. Y los ancianos, en consecuencia, “corren el riesgo de ser considerados una carga social olvidando su dignidad humana”.
Por ello, el prelado apela a una “antropología integral” que reivindique que “el envejecer no es perder, es ganar. No es un problema ni una desgracia: es un regalo”. “Pero hay que saber cómo envejecer”, continúa, poniendo como ejemplo el modo de envejecer de los árboles. “Los árboles fuertes (y de madera valiosa) no solo crecen hacia arriba, también lo hacen hacia abajo, en las raíces. En las personas mayores la debilidad física se suple con capacidad de lucha y de resistencia”, apunta.
El presente y el futuro de la sociedad
“Es verdad que la sociedad puede caer en la tentación de descartarnos, pero ciertamente el Señor no descarta nunca a nadie”, subraya Sánchez. Además, destaca que, en este momento difícil, “la sociedad y la Iglesia” necesitan a las personas mayores. “Tienen que agradecer los muchos trabajos y privaciones que hicimos para dejar un mundo con más comodidades de las que nosotros disfrutamos y con muchísimas más posibilidades”, añade.
“Como Iglesia hemos de agradeceros la importante, y muchas veces insustituible, labor que venís desempeñando en la transmisión de la fe a vuestros hijos y nietos”, asevera. “No solo representáis el pasado, sino que sois también presente y futuro de la Iglesia”. Asimismo, el obispo finaliza su carta agradeciendo su labor a todas las personas que, tanto en los hogares como en las residencias, dedican “esfuerzo y cariño” para hacer que las personas mayores estén cuidadas y vivan felices.