Una oración global. Contra una pandemia global. Una iniciativa inédita en la historia de la humanidad, como respuesta a la emergencia sanitaria del coronavirus que azota a todo el planeta. Y es que, nunca hasta hora, se había convocado a todas las religiones sobre la faz de la tierra para una jornada comunitaria de este tipo. Solo las cinco grandes religiones se estima que representan 6.850 millones de personas y el 66% de la población del planeta.
El Papa se ha erigido en el abanderado de esta causa desde primera hora de la mañana. “Hoy es un día de fraternidad, de fraternidad mirando al único Padre. Hermanos y paternidad. Día de oración”. Así lo manifestó en la eucaristía matutina que celebra cada día en la capilla de la residencia de Santa Marta.
“El Alto Comité de la Fraternidad Humana nos ha convocado hoy a una jornada de oración y ayuno para pedir a Dios misericordia en este momento trágico de la pandemia. Todos somos hermanos”, expresó el Papa al comienzo de una misa con la que se sumó a la propuesta y a la que añadió la necesidad de que también sea una jornada “de caridad y ayuda a los otros”.
El Alto Comité está integrado por un conjunto diverso de líderes religiosos, académicos del ámbito de la educación y líderes culturales de todo el mundo, cuya tarea es cumplir con los principios y las operaciones esbozadas en el Documento sobre la Fraternidad Humana firmado en Abu Dabi en febrero de 2019 por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar.
“San Francisco de Asís nos dice: todos hermanos. Y por eso, hombres y mujeres de cada confesión religiosa hoy nos unimos en la oración y en la penitencia, para pedir la gracia de la sanación de esta pandemia”, señaló en la monición de entrada.
Durante la homilía, ahondó todavía más en la necesidad de esta unidad de todos los creyentes en torno a la oración. “Que Dios detenga esta tragedia, que Dios detenga esta pandemia, que Dios tenga piedad de nosotros y que Dios también detenga todas esas otras pandemias horrilbles: el hambre, la guerra, los niños sin educación… Lo pedimos todos como hermanos: que Dios bendiga a todos y tenga piedad de nosotros”, imploró el Papa.
Francisco recordó la “pandemia moral” que vivió Jonás en Nínive: “Dios mandó a Jonás a predicar oración y penitencia”. “Delante de aquella pandemia, Jonás se asustó y escapó. Después el Señor, por segunda vez, lo llamó y el aceptó ir a predicar”, resumió.
“Hoy nosotros, hermanos y hermanas de cada religión, oramos en esta jornada de oración, ayuno y penitencia”, insistió: “Que cada uno de nosotros rece a Dios: cada comunidad, cada confesión”.
“Estamos unidos en la fraternidad que tenemos en común en este momento de dolor y de tragedia”, ahondó el obispo de Roma que confesó cómo “no esperábamos esta pandemia, llegó sin que la esperásemos y ahora está aquí. Y tanta gente muere, tanta gente muere sola y sin poder hacer nada…”
Al hilo de esta cuestión, sumó otro pensamiento: “Muchas veces puede venir el pensamiento ‘Gracias a Dios, a mí no me toca, me he salvado’. Pero, piensa en los demás, en la tragedia, en las consecuencias económicas, en la educación, todo lo que vendrá después… Por eso, todos los hermanos y hermanas de cualquier religión, oramos a Dios”.
Además, hizo una defensa férrea de esta iniciativa conjunta: “Tal vez alguno dirá que esto no se puede hacer porque es sincretismo religioso: ¿Cómo que no se puede hacer rezarle al Padre de todos? Cada uno que rece como puede, como sabe, como ha recibido de su propia cultura”
“Nosotros no estamos orando los unos en contra de los otros, esta religión en contra de otra”, enfatizó el Papa, que subrayó a continuación: “Estamos unidos como humanos, como hermanos, según la propia cultura y la propia tradición, según las propias creencias”.
“Lo importante es que somos hermanos haciendo ayuno, pidiendo perdón por nuestros pecados para que el Señor tenga misericordia de nosotros, para que nos perdone y detenga esta pandemia”, añadió.
Francisco compartió el ‘shock’ que él mismo ha padecido en primera persona: “Esta pandemia llegó como un diluvio, de golpe. Ahora nos estamos despertando un poco, pero hay otras tantas pandemias que hacen morir a las personas y nosotros no nos damos cuenta, miramos para otro lado”, dejó caer el Papa que entonó un ‘mea culpa’: “Somos un poco inconscientes delante de las tragedias ocurren en el mundo”.
En este momento de la homilía, el Papa se convirtió una vez más en voz de denuncia: “Solo quiero dar una estadística oficial de otra pandemia que no es el coronavirus: en los primeros cuatro meses de este año han muerto 3,7 millones de personas del hambre. Está la pandemia del hambre: en cuatro meses, cuatro millones de personas”.
“Esta oración de hoy para pedir que el Señor aplaque esta pandemia nos debe hacer pensar en las demás pandemias del mundo: el hambre, la guerra…”, completó.