“Jesús viene para cambiar nuestra vida, para que, con la intercesión de san Isidro, vivamos en la projimidad, descubramos cada día más y mejor la iglesia doméstica, la familia, y construyamos una ciudad y una comunidad para todos, compartiendo el pan y la vida”. Así lo ha expresado el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, en su homilía con motivo de la eucaristía que ha presidido esta mañana en la colegiata de San Isidro en honor al patrón de Madrid.
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En la misa, a puerta cerrada debido a la pandemia del coronavirus, Osoro ha lanzado un sermón basado en tres claves: la projimidad, la familia y la comunidad. “La fiesta de san Isidro quiere ser un sonoro recuerdo de una realidad que no podemos olvidar… Dios está también con nosotros en este momento de la historia y, como nuestro patrón, hemos de vivir esta tarea”, ha dicho el purpurado dirigiéndose a todos los madrileños, “tanto a quienes nacisteis aquí como a otros muchos que habéis llegado de todas las partes de España y de otros continentes”.
Para el purpurado, san Isidro fue un hombre “de oración, de diálogo con el Señor”, capaz de percibir y manifestar “la presencia del Señor en su vida y abrió su corazón y toda su existencia a Dios. Con su vida honesta y sencilla junto con su esposa e hijo y con todos los que le rodearon –los señores para quienes trabajaba, los vecinos a los que se acercaba–, nos invita a abrir nuestro corazón y toda nuestra vida al Señor”. “Abramos nuestro corazón una y otra vez al Señor”, ha apuntado.
Este tiempo que estamos viviendo de la pandemia, produce a Madrid y a toda la humanidad “mucho sufrimiento y dolor”. “Nos está dando preocupaciones de todo tipo. Pero la pandemia nos ha llamado y nos está llamando a todos al encuentro, al encuentro entre nosotros, al encuentro con la familia, al encuentro con otros, al encuentro con Dios. La pandemia nos hace a todos preguntas, nos llama a descubrir y vivir la esperanza del encuentro, del encuentro cotidiano”, ha recalcado.
“Al mirar a Jesucristo, los cristianos vemos cómo Él quiso encontrarse con todos los hombres: no busques en la apariencia, no te crees un armazón que se destruye rápidamente; busca lo insólito, lo que te sorprende, no te quedes en la hojarasca y busca debajo de ella los brotes de la vida, en la sencillez y la pequeñez; agáchate, abájate, despójate de toda pretensión, de toda ilusión; anda y encuéntrate con lo esencial, lo que te promete vida y te da dignidad”, ha añadido el prelado.
Asimismo, Osoro ha invitado a escuchar de una manera nueva las palabras del Evangelio: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. […] Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”. Estas palabras fueron constituyentes de la vida de san Isidro en tres dimensiones que el cardenal de Madrid propone para este día:
1. Vivir la projimidad
“San Isidro Labrador vivió con todas las consecuencias la projimidad. La pandemia ha desembocado en una situación de desencanto. No basta la técnica, tampoco la economía, ni la religión a la carta… La única actitud humana para romper desencantos es situarnos ante las cosas últimas y preguntarnos: ¿tenemos la palabra y los gestos que marquen el rumbo de la esperanza para nuestro mundo? San Isidro vivió la projimidad. Sí, esa que es de ida y vuelta. El Señor de aproximó a san Isidro e hizo que lo reconociese en los demás. Y nuestro patrón puso su vida al servicio de todos los que se encontró. Porque el bien siempre tiende a comunicarse y nos da más sensibilidad ante las necesidades de los demás”, ha comenzado señalando.
Además, “la projimidad es el ámbito necesario para que puedan anunciarse la Palabra, la justicia y el amor. En la projimidad se unen encuentro con todos, conversión al otro que es mi hermano, comunión con Cristo y, por ello, con todos los hombres. Volvamos como san Isidro a la fuente y recuperemos la frescura original del Evangelio. San Isidro expresó con su vida ser un miembro de la Iglesia solidario, no dio rodeos y estuvo, con lo que tenía, al lado de los más pobres. Curó a los que necesitaban y recibió a todos los que lo buscaban o salía él a su encuentro. La salida de la pandemia nos pide projimidad. Solo se entiende quién es el prójimo desde Dios y quién es Dios, acercándonos como Él lo hizo a quienes tengo al lado”.
2. La experiencia de la familia
“San Isidro Labrador vivió de una modo singular la experiencia de Iglesia doméstica, la familia. En la familia de san Isidro veo el icono de la familia de Nazaret, construyéndose desde lo cotidiano, con cansancios y pesadillas. En esta pandemia habéis vivido todos, la importancia que tiene la familia. Porque el bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la sociedad. Son incontables los análisis que se han venido haciendo sobre el matrimonio y la familia, sobre las dificultades y los desafíos”, ha dicho para luego apuntar: “En la familia de san Isidro, formada por su esposa, santa María de la Cabeza, y su hijo, encontramos las palabras, motivaciones y testimonios que nos tocan las fibras más profundas e íntimas, que nos hacen ver la radicalidad de la generosidad, del compromiso, del amor e incluso del heroísmo”.
Del mismo modo, ha añadido: “Lo habéis visto en este tiempo de la pandemia: una familia y un hogar son dos cosas que se reclaman mutuamente. La familia es un bien del que la sociedad no puede prescindir y debe ser protegida en todos los terrenos: jurídico, económico y fiscal y social. Contemplemos a la familia de san Isidro Labrador y a tantas familias que, en este tiempo de pandemia, han vivido con más fuerza la comunión y el amor; han descubierto nuevos gestos y lenguajes, formas de comprensión y de identidad, se han acogido mutuamente y han creado capacidad para acoger a los demás. La fuerza de la familia de san Isidro residía en su capacidad de amar y de enseñar a amar”. Y ha puntualizado: “Por muy herida que esté una familia, puede crecer gracias al amor”.
3. El mundo, un lugar para todos
“San Isidro Labrador se comprometió a hacer del mundo en el que el vivió un lugar para todos, desde su experiencia de trabajador. El Señor está con todos, pero muy especialmente con los que están con los demás. Esto estuvo muy presente en la vida de san Isidro, un jornalero, un trabajador, que estuvo con los demás. Preguntemos al Señor hoy: ¿estás de verdad en medio de nosotros?, ¿estás en medio de tu pueblo? A nosotros no nos responde de inmediato, pero nos responde con hechos y obras: se puso a curar, a acompañar, a servir, a dar de comer y multiplicar los panes, a estar al lado de todos los que sufren, de los que están solos… ¿No es eso lo que estáis haciendo muchos? Así responde Jesús”.
Por último, Osoro ha recordado que hoy Jesús quiere seguir haciendo esto mismo. “Lo hizo a través de san Isidro y su familia, con tantos que se acercaban a él y lo sigue haciendo hoy también a través de nosotros. Mirad a todos los hombres, ved sus rostros; busquemos justicia, el pan y el trabajo. Entre nosotros hay gente que no tiene sitio, está descartada. Miremos a la gente donde está, cara a cara. Construyamos un sitio para todos, una ciudad para todos, una comunidad para todos”, ha apuntado. Y ha concluido: “Desde este lugar que es casa de Dios y es casa de todos, apostemos por una ciudad, una comunidad, para todos, construida con la fe, con las piedras vivas de la fe sencilla de cada uno de nosotros, construida con la mirada limpia, sin egoísmos, con la mirada de esperanza puesta en el Señor”.