El papa Francisco ha recordado al presentar el Regina Coeli que el Evangelio de este domingo (cf. Jn 14, 15-21) cuenta con “dos mensajes fundamentales: la obediencia de los mandamientos y la promesa del Espíritu Santo”.
El Pontífice se ha dirigido una vez más al mundo desde la Biblioteca del Palacio Apostólico para anunciar que “Jesús vincula el amor por él con la obediencia de los mandamientos, e insiste en esto en su discurso de despedida: ‘Si me amas, guardarás mis mandamientos’ (v. 15). Jesús nos pide que lo amemos, pero este amor no termina en un deseo por él, requiere la voluntad de seguir su camino, es decir, la voluntad del Padre. Y esto se resume en el mandamiento del amor mutuo, dado por el mismo Jesús: ‘Como yo los he amado, ustedes también se aman los unos a los otros’ ( Jn13,34). Él no dijo: ‘Ámame como te he amado’, sino ‘ámense como yo los he amado’. Nos ama sin pedirnos un retorno, y quiere que su amor gratuito se convierta en la forma concreta de vida entre nosotros: esta es su voluntad”.
El Papa ha continuado explicando que, “para ayudar a los discípulos a caminar en este camino, Jesús promete que orará al Padre para que envíe a un Consolador que tome su lugar y les dé inteligencia para escuchar y valor para observar sus palabras. Este es el Espíritu Santo, que es el don del amor de Dios que desciende al corazón del cristiano. Después de que Jesús murió y resucitó, su amor se da a quienes creen en él y se bautizan”. “El Espíritu mismo los guía, los ilumina, los fortalece para que cada uno pueda caminar en la vida, también a través de la adversidad y la dificultad, en las alegrías y las penas, permaneciendo en el camino de Jesús. Esto es posible precisamente al mantenerse dócil al Espíritu Santo, de modo que, con Su presencia activa puede no solo consolar sino transformar los corazones, abrirlos a la verdad y al amor”, ha agregado.
Para Francisco, “frente a la experiencia del pecado, que todos cometemos, el Espíritu Santo nos ayuda a no sucumbir y nos hace comprender y vivir plenamente el sentido de las palabras de Jesús: ‘Si me amas, guardarás mis mandamientos’ ( v. 15)”. Y ha añadido: “Los mandamientos no nos son dados como una especie de espejo en el que ver reflejados nuestras miserias e inconsistencias. No, la Palabra de Dios nos es dada como la Palabra de vida, que transforma, que renueva, que no juzga para condenar, sino que cura y tiene como objetivo el perdón. Una palabra que es ligera en nuestros pasos. ¡Y todo esto es obra del Espíritu Santo! Él es el don de Dios, él es Dios mismo, quien nos ayuda a ser personas libres, personas que quieren y saben amar, personas que han entendido que la vida es una misión para anunciar las maravillas que el Señor realiza en aquellos que confían en él”.
Al concluir la oración mariana, el Papa ha recordado que mañana es el centenario del nacimiento de san Juan Pablo II, por lo que celebrará una misa que será retransmitida por streaming desde el altar donde descansan sus restos mortales.
Asimismo, ha mostrado su alegría por el hecho de que las celebraciones con fieles se hayan podido reanudar en algunos países. “Comparto la alegría de las comunidades que finalmente pueden encontrarse como una asamblea litúrgica: es un signo de esperanza y un regalo para toda la sociedad”, ha dicho.
Por último, ha querido acordarse de los niños que este mes de mayo deberían recibir la primera comunión. “Queridos amigos, los invito a vivir este tiempo de espera como una oportunidad para prepararse mejor: orar, leer el catecismo para profundizar en el conocimiento de Jesús, crecer en bondad y en el servicio a los demás”, ha subrayado.